miércoles, 14 de octubre de 2015

"Den halvfärdiga himlen"

Den halvfärdiga himlen —antología del poeta sueco y aventuro que cercano y merecido nobel Tomas Tranströmer— lleva bastante tiempo en la lista de los libros más vendidos en poesía. Quizá el dato no signifique gran cosa porque los consumidores de poemas son poco numerosos en cualquier caso y clasificados en tres grupos excluidos por la sociedad: los sensibles degustadores de la palabra poco acostumbrados a las muchedumbres; los desahuciados del sexo que buscan su última oportunidad paseándose con un poemario bien visible bajo el brazo por los campus de facultades de letras; y, por último, un sujeto despistado —quien esto escribe— que, confundido por el apellido del autor, pensaba encontrar entre las páginas de este libro fotografías de Megan Fox en posturas sugerentes sobre engendros mecánicos. Miento, un poco. O finjo. En realidad salí corriendo en busca de este maravilloso libro tras toparme en un momento de gran crisis existencial (habían quitado la tarta toffe & cheese de la carta del Foster’s Hollywood) con un poema en el que Tranströmer hablaba de la muerte. Así actúa la palabra del poeta sueco. Una palabra con la que plasma deslumbrantes imágenes y nos habla del espíritu humano, que tan bien conoce en su triple condición de poeta, psicólogo y señor viejo que habiendo padecido una hemiplejía poco más puede hacer que sentarse a reflexionar con el ceño fruncido en un rincón. El estilo con el que Tranströmer relaciona los aspectos más simples de la vida y la naturaleza con las preocupaciones universales del hombre es limpio y sencillo, pero lejos del realismo y muy abundante en el uso de recursos propios del surrealismo, el expresionismo y cualquier -ismo que se le antoje medianamente útil. Esta antología recopila poemas, escritos personales y una impresionante colección de haikus, en los que Tranströmer se revela como uno de los poquísimos occidentales capaces de escribirlos como deben ser. Una obra imprescindible para cualquier lector de poesía que agradezco ver por fin en castellano después de haber tenido que sobrevivir con su traducción al italiano —idioma que por supuesto no manejo, más allá de porca miseriatagliatelle alla puttanesca y hacer así el gesto ma che cosa fai con las manos como de estar agarrándose unos bigotes muy largos entre los pulgares y el resto de dedos y mesarlos arriba y abajo, no sé si me explico.

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