martes, 25 de octubre de 2016

Crónica del Salón del Cómic de Barcelona 2011

Es una mañana como cualquier otra viajando en la línea roja del metro de Barcelona; vagones colapsados de gente con prisas y ejecutivos armados con maletines y gafas de sol. A mi izquierda un hombre menudo que apenas levanta la vista de un libro de Marc Bernabé permanece imperturbable ante lo ruidoso del maestro jedi situado a mi derecha que devora con sonora eficacia su desayuno recién adquirido en el Dunkin’ Donuts. El tren se detiene en Plaza de España y justo antes de salir a la superficie descubro a la mitad del elenco de ナルト peinándose las puntas imposibles frente al cochambroso espejo de un fotomatón y a un hombre siendo devorado por la piel de un gigantesco Pikachu.
En la calle hace sol y coexiste un ambiente agitado. Un par de zombis se tuestan en las escaleras de la Fira de Barcelona, Green Lantern habla por el móvil, el Joker se ata los zapatos mientras Harley Quinn le mete prisa, Amidala Skywalker espera a la guardia real frente a un kiosco y unos soldados de la segunda guerra mundial se parapetan tras cuatro arbustos de un enemigo invisible.
Barcelona en un día cualquiera. Un día en el que los personajes de tinta han decidido escapar de las páginas y tomar las calles.
Bienvenidos al Salón del Cómic.
Autores de tinta y papel en carne y hueso
Gente muy sana y Garth Ennis (quien tiene un apéndice con forma de lata de cerveza en el brazo) se agrupaban en el Salón para conceder autógrafos a diestro y siniestro. Junto al irlandés el visitante podía toparse con estrellas internacionales del tallaje de Brian Azzarello y Dave Johnson (100 bullets), Glenn Fabry (Preacher), Brent Anderson y Kurt Busiek (Astro city), Charlie Adlard (The walking dead), Arthur De Pins (Zombillenium), Brecht Evens (Ergens waar je niet wil zijn), Eddie Campbell (From hell), Edmond Baudoin (Les quatre fleuves), Émile Bravo (Le journal d’un ingénu), Piere Alary (Simbad), Reinhard Kleist (Castro) entre muchos otros honorables invitados.
Especial mención para la comitiva italiana; Angelo Stano (Dylan dog), Alfredo Castelli, Giancarlo Alessandrini y Luisa Zancanella (Martin Mystère) de la mano de Aleta Ediciones e Igort y Manuele Fior por parte de Ediciones Sins Entido cuidando a su público con amabilidad mediterránea.
En Norma militaban parte de los internacionales junto a Juanjo Guarnido y Juan Díaz Canales (Blacksad), Carlos Ezquerra (Juez Dredd) o Teresa Valero (Curiosity shop). La cúpula nos acercaba a Camille Jourdy, Tony Sandoval, Daniel Serrano, Josep Casanovas, Max o Sebas Martín y Glénat hacía gala de filas con Natacha Bustos, Dario Adanti, Purita Campos o José María Beroy.
Entretanto una oficina de desempleados, empapelada con delirantes anuncios por palabras, cercaba a los principales autores patrios de la revista El Jueves currando como burros de carga durante viernes y sábado: Monteys, Paco Alcázar, Manel Montdevila, Kim, Pedro Vera, Rubén Fernández, un solicitadísimo Bernet, Manuel Bartual, Lalo Kubala, Maikel, Vizcarra, Mariel y Manel, Azagra, Mel y Pallarés estuvieron atendiendo sin parar a las diversas oleadas de fanes.
Ibáñez, todo un señor, podía presumir de tener la cola (de gente) más larga. Y si el reloj no nos falla se tiró garabateando bastante más tiempo del horario fijado en el estand de Ediciones B, por donde también pasaron otros grandes mitos como Jan o los inseparables Ramis y Cera.

En el espacio de Astiberri teníamos al premiado Paco Rocajunto, a Alfonso Zapico, Rubén Pellejero, David Rubín o Ramón Boldú. Y por último en la sección de Random House Mondadori se les vieron las caras al solicitado Liniers, el mediático Joaquín Reyes y un Juanjo Saez más pasado de hora que de arroz.
  1. Quién por cierto cierra su propio blog recientemente (y después del Salón) bastante molesto por la actitud de algún anónimo de internet.

Salón o los 120 días de Mariscal
«No uso la goma de borrar, ni la pienso usar nunca… si les gusta este estilo chapuza, yo lo hago hasta el final.»
Mariscal fue uno de los grandes happenings del Salón del Cómic. El que haya pensado alguna vez que es un farsante debería haber estado allí para comprobar de viva experiencia la autenticidad del ser. En la entrevista estructurada que le hizo ese monstruo del conocimiento de la historieta que es Álvaro Pons (alma mater de La cárcel de papel), Javier Mariscal dijo e hizo lo que quiso durante la charla, sin un solo pelo en la lengua. Quijote y Sancho Panza, grande del cómic y el diseño en nuestro país, narró su forma de pensar y entender el arte con la simplicidad y la ilusión de un amante más de la belleza.
Acompañado de Jesús Moreno de la Editorial Sins Entido, presentaron la edición especial de los 30 años de Los Garriris. De su origen cuenta que nacen un poco de los personajes de Disney pasados por un filtro alucinógeno personal y completamente automático. Firme practicante del dibujo de apuntes y la escritura automática, revela su estilo como característico de su forma de ser y de las limitaciones que se reconoce. Aunque también confiesa sin pudor que empezó haciendo tebeos porque era «la manera más barata de expresarse».
«Para mí Nazario era la gran maravilla; yo hacía mariconadas.»
Cuando Álvaro trató de reconocerle como rupturista del underground que se hacía en aquel momento, Mariscal colocó cierta distancia. Habló de historietistas de aquella época como Nazario, por ejemplo, y otros creadores como Almodóvar, Sfar o Miquel Barceló y se declaró más seguidor que revolucionario; confiesa que cuando conoces a una persona así, «con una gran inteligencia detrás», te adhieres a ellos y tratas de aprender todo lo que puedes. Mariscal hablaba de Nazario con gran admiración; lo considera la figura maternal de aquel grupo del underground español (lo llamaban «la tita») y afirma no despegarse de él. Al contrario, quería hacerlo como él: «qué pasa, es que no lo sabía hacer y me salían estas historias chorras».
«Descubrí a Saul Steinberg y se me caían las bragas.»
Hablando de referencias, a Mariscal se le iban las palabras y divagaba sin freno alguno desbordado por todo aquello que le deleita, le alucina y trata de copiar y transmitir en su trabajo. De la historieta recordaba Pumby, de hazañas bélicas; odiaba los superhéroes profundamente. Pero no solo de la historieta vienen sus referencias, sino también de Francia, de los Gitanes, de Robert Crumb, Jimi Hendrix, Frank Zappa, el pop-art, los fluorescentes, los 600, el cinemascopio, la publicidad, Michelin, Soberano, Tío Pepe, el Netol, las marquesinas de la arquitectura valenciana, los bikinis, las francesas y sus habilidades orales, Valencia y sus edificios que él ve cobrar vida. En resumen, hablando de todas esas referencias y el uso de ellas en su trabajo, Mariscal constata: «Yo no invento nada; a mí, simplemente, lo que me gusta es copiar. Creo que tengo muy buen gusto cuando copio, pero no hago otra cosa: es recortar y pegar».
«En cualquier carrito, taburete, silla, interior o bar que yo haya hecho en mi vida, está el tebeo presente.»
Uno de los temas sobre los que la entrevista fue, también, su «ida y vuelta al mundo del tebeo». Mariscal negó que eso fuera así, que realmente nunca ha dejado el tebeo; este ha permanecido en su forma de ser y en su forma de trabajar. La capacidad de representar cualquier cosa en un espacio tan pequeño en dos dimensiones cree que es lo que lo capacita y lo sigue dirigiendo a la hora de trabajar en cualquier aspecto de otros campos como el diseño, por ejemplo. Y como lector de estos, más vinculado aún si cabe. Se siente un amante del medio y reseñó anécdotas durante toda la charla con Art Spiegelman, Chris Ware, Joost Swarte y Matt Groening (del que cuenta, para risas variadas del personal, que le reprochó que le hubiera tirado los trastos a su mujer; y Mariscal sin acordarse de nada).
«Hala, venga, vamo a dibuja la habuana, venga, así "ta-tara-tara…" Y como te la conoces… Y te dicen "no, no, queremos el estilo este chapuza tuyo".»
Inevitablemente y preguntado por temas de animación, Mariscal dio numerosos detalles y anécdotas sobre elementos visuales, musicales, históricos y culturales que, a través del contacto y diálogo con Trueba, establecieron el origen de Chico y Rita. Ideas que se fueron enlazando hasta que se asentó el concepto de la película que querían hacer y la historia que querían contar. Y así, el proyecto cobró vida y se puso en marcha. De la producción de la película por parte del estudio reseñó sobre todo el encontrar una expresión gráfica para la historia, sabiendo que tiene que pasar por un estilo que es industrial y, a la vez, tratar cada elemento con un detallismo casi de nombre propio para cada cosa. Cree que lo importante en la obra es la historia, no recrearse en el detalle técnico: Chico y Rita tenía que llegar por lo que sucede en pantalla, por la historia que viven sus personajes. Y el trabajo técnico tiene que servir a eso.
«Llevo tiempo dándole a un guion, pero es muy jodido… de Garriris. Pero Garriris vestidos.»
Finalmente, de entre las preguntas del público hubo interés por algún futuro proyecto y comentó que estaba trabajando en otra historia con Garriris, de la que dio unos cuantos detalles y conceptos como Formentera, viajes en barco, Festival de la Luna de Agosto, tripis, Pau Riba, la Tierra, Pink Floyd y más tripis. Mariscal en estado puro. Una vez terminado, se concluyó la charla emplazando al público a los horarios de firma del autor de sus obras en el estand de Sins Entido.
«Y también firmaré Body World porque es de mi otro seudónimo. Y también el del Mazzucchelli. Yo os lo firmo lo que traigáis.»
Lianas, felinos, golpes de Estado y la típica horda zombi
Al entrar al recinto lo primero que saltaba a la vista era una invitación para adentrarse en la jungla de la mano del legendario Tarzan. Contando con originales de Foster, Hogart, Kubert, Wrightson o Corben la exhibición parecía reivindicar, aprovechando el actual tema del futuro Museo del Cómic, el valor del carácter arqueológico y de conservación que necesita el mundo del tebeo.
Muy cerca de ese lugar la enorme estatua de un vapuleado Blacksad hacía guardia ante Comicats: maullidos entre viñetas, un repaso a las personalidades felinas que han pisado el mundo del cómic, desde Krazy Kat a Catwoman, pasando por Garfield, el valenciano Pumby, ドラえもん, el underground de Fat Freddy’s cat, el curioso éxito de Cat getting out of a bag and other observations de Jeffrey Brown, el propio Blacksad, Felina o las obras Miau de José Follonosa.
El 23-F en viñetas era la exposición vallada con diversos titulares periodísticos de la época reflejando ese histórico 23 de febrero. La propuesta sonaba sumamente interesante, un repaso del fallido golpe de Estado a través de las páginas de tres publicaciones que se atrevían a mostrarlo en formato cómic: el jocoso tono humorístico de El Jueves, el contracultural estilo pasado de vueltas de El Víbora y el repaso histórico riguroso realizado en el Magazine del diario El Mundo. El problema era cierto desorden en el sentido de visita de la exhibición en sí (carente de cartelería el orden era guiado mediante el Magazine de El Mundo allí disponible).
Zombis. Ni muertos ni enterrados
Que los muertos vivientes se erigían de las tumbas era algo evidente para el buen observador que se percatara de la cantidad de zombis pululando entre el público. Todos venían de un mismo lugar, la exposición estrella del Salón comisariada por Ángel Salas y acotada con advertencias a la sensibilidad de las almas más cándidas.
Repaso amplio y estructurado a los muertos vivientes en la literatura, el cine y el cómic con todos los clásicos; Romero, White zombieI walked with a zombieShaun of the deadNight of the creepers, Braindead28 days later, The evil dead o Non si deve profanare il sonno dei morti convivían junto a las referencias de tinta en bocadillos: Dylan dog, el bum de The walking deadZombilleniumAl tercer día y tinta de letras: Quijote ZThe zombie survival guide, o World war Z. Todo sazonado con originales, ilustraciones, cartelería, pequeños extractos de las películas y figuritas variadas.
A destacar la galería especial donde diversos autores zombificaban a sus creaciones más conocidas: Tato, Enjuto Mojamuto, Jazz Maynard, los clientes de Clara... de noche, Cobi o Martínez el Facha eran convenientemente tuneados en fomato muertos y desenterrados, unas rarezas dignas de verse. Completaba la propuesta una pequeña selección de videojuegos plagados de no muertos y el celebrado Taller de Zombis con profesionales del maquillaje bastante entregados donde el visitante podía ser zombificado a base de látex y sangre de pega.
La peor parte la recibía Héroes del cómic europeo; por un lado por carecer de originales y estar dispuesta en paneles que deslucían apilados de forma confusa tras las secciones de videojuegos o esquinas desagradecidas para el observador, por otro porque unos visitantes disfrazados de soldados (presentados en la introducción de este monográfico) tuvieron a bien defenestrarla al tropezar en masa con ella durante una tarde del evento.
Y por último a destacar entre muchas otras muestras presentes los dibujos de TBO4JAPAN donde se subastaban diversas obras de autores patrios rindiendo tributo a Japón para recaudar fondos para los afectados por el terremoto. O el sentido homenaje De perdidos al Rillo en honor al tristemente desaparecido Javi Rillo, legendario autor rockero nacido profesionalmente en esa meca de las caricaturas de la ciudad condal que es la Rambla.
  1. Mención especial para una tarjeta firmada por el mismísimo Tejero y dedicada a Kim (creador de Martínez el Facha) tras realizar la petición al coronel en tono de broma por medio de un amigo.
  2. Puede que sea un fallo de percepción pero un servidor creyó curiosamente no ver Zombie Massacre.
El bicéfalo italiano, o no tanto
Tratando de recoger a buena parte de la comitiva italiana invitada al Salón, una de las primeras mesas de la jornada del jueves puso lado a lado a las dos corrientes principales del país de los fumetti. Por un lado, los creadores del popular personaje de aventuras de la Bonelli, Martin Mystère, el incombustible Alfredo Castelli y Giancarlo Alessandrini; y por el otro, de la corriente más de novela gráfica, de autor, Manuele Fior, que nos traía Fräulein Else, adaptación de la novela de Schitzler; e Igort, autor de Quaderni ucraini.
Tras establecer la dicotomía, en un principio, obvia, del mercado italiano, entre el tebeo enfocado en el personaje y la novela gráfica enfocada en la historia, con sus subsiguientes tópicos y preconceptos, tanto un lado como el otro de la mesa, se dedicaron a aplastar esa separación (estando de acuerdo más de una vez). Así, lejos de que el tebeo comercial sea el fast-food del medio, Castelli cree que el tebeo de series, de personaje emblemático, puede tener las virtudes de calidad y medio culto que pueda atribuirse exclusivamente a la novela gráfica de autor. Igualmente, Igort constata en que no conoce autor que no quiera que su novela sea comercial. También, rechazó el que se le atribuyera que él hubiera «assassinato il fumetto popolare». Si bien luchó por la definición de novela gráfica, también confesó tener la colección de Tex en casa, como cualquier otro italiano.
Al margen de la polémica-debate sobre esta, los autores nos hablaron sobre sus estilos, personajes y obras. Castelli nos contó anécdotas sobre la creación de Martin, como lo mucho que se le parece en rasgos de carácter y lo poco que se le parece en lo físico. Alessandrini nos habló de su estilo y cómo lo considera un cruce del estilo italiano y el francés de línea clara; y reveló sus influencias en Robin, Toth y Moebius. Fior presentó su adaptación de la novela de Schitzler y argumentó cómo de ideal resulta el arte secuencial para ilustrar una historia basada en el monólogo interior. E Igort nos expuso el origen y vivencia de Quaderni ucraini, que surgieron a través de un viaje en el que pretendía visitar las casas que aparecen en la literatura de Че́хов, pero que acabó por convertirse en una experiencia del malestar existencial que quedó en la zona, después del estalinismo; su obra trata, pues, de dar voz organizada a los encuentros que tuvo allí.
Los señores de la fanzinería cabalgan temprano
«No hace falta que grabes, si no voy a decir nada importante.»
Ellos son el futuro. Ponerse a cubierto.
El viernes a primera hora del salón cayó la presentación colectiva de fanzines. Allí se conocían todos entre ellos prácticamente; incluso se bromeó con la supuesta endogamia del acto y la posibilidad de saltarse la presentación de los habituales. No obstante, también abrieron el acto y dieron la posibilidad de, a quien quisiera que estuviera presente con un fanzine propio, subir a la mesa a presentar su obra. Si Jot Down hubiera salido para el mes pasado, quizás hasta nos hubieran dejado presentarla también.
Cinco fanzines se presentaron como novedad de forma desenfada y cómica: O catalizador, Píxeles, Andergraün, El cuaderno de Tesla y Adobo.
O catalizador se nos dio a conocer como un fanzine de historias hechas por estudiantes de gallego en Cataluña y estudiantes de catalán en Galicia, proyecto de profesores de las mismas. Píxeles es un fanzine de humor reducido al grafismo mínimo: cuadrados. En los extremos del micromalismo, en búsqueda de una definición aún más extrema y simplificadora. No nos quedó muy claro de qué va Andergraün, «esta cosa» según Diego Núñez, motivada por querer seguir dedicándose al mundo de los cómics y «el dinero que no ganamos y las chicas con las que no nos acostamos», si bien nos reímos un rato con su presentación. Luego, El cuaderno de Tesla nos presentó las aventuras sobre viajes del tiempo del conocido científico. Finalmente, se presentó Adobo, la contribución andaluza de humor con distintos tonos de humor entre el absurdo y el negro, nominada  junto con Andergraün, también, a mejor fanzine. Tuvieron hasta el detalle de mencionar al que todavía no se sabía ganador de la categoría, el más literario El naufraguito, ausente en la presentación, del que se elucubró sobre la identidad de su misterioso creador.
Alguna que otra presentación más cayeron por el camino, como Rantifuso o Katz. Y también alguna que otra pequeña crítica a la organización de Ficomic que, pese a que les concede su espacio y que consideran que no ha perdido prestigio el sector de la fanzinería, siguen quedando un poco aislados del resto del salón (de hecho, su zona era la más apartada y cerrada respecto del resto de estands del salón).
Con alguna que otra risa más, consejos y apoyo a los que quieran poner un fanzine en su vida, concluyeron el evento.
Vidas ilustradas, célebres o privadas
Probablemente, la mesa con más traductores del Salón, la charla sobre novelas biográficas fue la que reunió a un mayor variado talento internacional en un campo específico.
Reinhardt Kleist, autor de sendas biografías sobre Johnny Cash y Fidel Castro, acompañó un poco la exposición de Eddie, sobre la evolución del medio y la mayor complejidad de su lenguaje. Cuenta que en Alemania se está viviendo un bum con el tema de las biografías, hechas con estilos diversos. También compartió la idea de que el cómic ayuda a llevar al lector más profundamente a la vivencia y la experimentación de lo que se narra. De su obra, comentó las diferencias de planteamiento y estructura entre la biografía de Cash y la de Castro. La primera está estructurada con canciones. La segunda forma parte de un cuaderno de viajes a Cuba. Ambas hablan de cómo se relacionan los protagonistas con los elementos esenciales de sus respectivas vidas. En el caso de Cash, la libertad; en el de Castro, los ideales.
Nacho Casanova, autor de Autobiografía no autorizada (premiada este año en el salón por el público a mejor obra de autor español) habló de su gran afición por contar las cosas que le suceden, cosas rarísimas. Le añade el barniz técnico a la historia y ahí la historia se vuelve diferente. Se desmarcó un poco tanto de Eddie como de Reinhardt, al exponer que en las biografías siempre hay alguna manipulación del autor, para que el lector pueda manejar la información, también. Y constató que las ficciones vienen también de la vida real (idea que también apareció en la charla sobre el género negro). Considera que la subjetividad es patente. Uno cuenta una historia y cuenta solo su versión, lo que la hace injusta. Y sin embargo, también funciona como catarsis en el autor. Una de las historias que narró fue a partir del fallecimiento de su padre (de quien le vino su vocación para contar historias). En esa narración, discutía con él y el proceso le sirvió como duelo catárquico.
Camille Jourdy, autora de Rosalie Blum, (algo más tímida que el resto) aludió con preferencia a la importancia de los detalles. Sus obras están repletas de escenarios reales, fondos reales, objetos reales. Los personajes están inspirados en personas reales. Considera importantísima la psicología de los personajes en relación con el espacio físico; y esos detalles permiten llegar a ilustrarlo. Preguntada por el mensaje de su obra, negó con rotundidad su existencia. Lo que ella busca transmitir es emoción, que la historia toque al lector; pero no se atrevería a mandar un mensaje determinado. Por otra parte, cree que le costaría hacer algo puramente autobiográfico. La ficción es más fácil, inspirada en lo real, le permite amplificar los defectos de las personas a los personajes, mezclarlos… y así tratar la historia, buscando esa idea de llegar a enternecer (a ella, la primera).
No estoy muerto, es que me han dibujado así
Algunos pesos pesados internacionales del lápiz y la pluma estuvieron presentes en la charla sobre los zombis en el cómic: el fantástico y curtido Esteban Maroto; el creador gráfico de Dylan dog, el italiano Angelo Stano; el inglés Charlie Adlard, dibujante de la ya archiconocida The walking dead; y Víctor Santos, más conocida su obra por historias de género negro, pero que también ha tocado algún palo a este respecto en Zombee.
En la puesta en común de la figura del zombi, aparecieron referencias e inspiraciones para todos los gustos. Esteban, quizás el más idealista y conceptual, aludió a los paradigmas de la belleza y fealdad representados respectivamente por vampiros y zombis en las literaturas diversas (su acercamiento a la cuestión). Angelo hizo la metáfora social: el zombi viene a representar de alguna forma la sociedad moderna, consumista, con la necesidad de devorar al otro, con el monstruo dentro del humano. Esteban le acompañó un poco en esa idea. Víctor se fue directamente a otros derroteros: los videojuegos. Su representación de los no-muertos pasa por un concepto más dinámico, entretenido y cómico. Se nos declaró fan de la saga The evil dead. La más curiosa, sin embargo fue la de Charlie, muy ligada a su trabajo en The walking dead. Allí, el zombi es más parte del paisaje o del contexto que define las extremas vidas de los personajes. El horror, pues, se da en las relaciones humanas que se dan en ese mundo a consecuencia de este. El ser humano y sus acciones son la fuente del horror.
Todos compartieron la peculiaridad de la acción violenta del cómic de zombis. Para Víctor, permite ser creativo, darles a los zombis capacidades diversas y permite una excusa para el gore cómico. Angelo, más tradicional, acude al fuego purificador o al golpe en la cabeza; y nos revela que en una historia, el guionista le colocó a una versión zombificada de sí mismo como enemigo final. Y Esteban habló de la figura del gólem, criatura similar al zombi y cómo eliminarla alterando la palabra verdad en su frente a muerte.

Charlie, inevitablemente, tuvo numerosas preguntas sobre The walking dead y su adaptación televisiva. A punto estuvimos de sufrir algún que otro spoiler. Aludió al cariño que se les acaba teniendo a los personajes en una serie tan larga y lo que siente cuando el guionista decide finiquitar a alguno de ellos. Es duro, pero le agrega tensión a la narración. Respecto de la serie televisiva, cree que ayuda a aumentar el interés de la gente por el cómic. Él prefiere el cómic como medio para narrar la historia, lo considera más libre a nivel técnico. A nivel narrativo, entiende que la historia no sea exactamente la misma ya que debe llegar a un espectro demográfico mayor. Cree que la adaptación es buena y que la serie irá teniendo una entidad propia, de pleno derecho. Cómic y serie serán complementarias.
 Del policíaco al negro: algunas claves, errores y ninjas
Más negra que policiaca, la mesa agrupó a tres guionistas de diverso orden. Raule de Jazz Maynard, Brian Azzarello de 100 bullets y Andreu Martín, novelista e historietista de largo recorrido en nuestro país.
Raule estaba algo descolocado en esa mesa. Si bien los tonos y elementos del negro en Jazz Maynard son más que evidentes, parte de la trama acaba derivando en un cómic de aventuras (¡ninjas en el Raval!), algo más alejado del negro puro. Aun así, nos explicó que muchas de sus influencias provienen del cine y la literatura y considera que los personajes surgen del diálogo entre el dibujante y el guionista. Jazz Maynard es un cómic de entretenimiento. Según el autor, no es un cómic social; las problemáticas que puede tocar son difusas, pasajeras. También reconoció que sus guiones son abiertos, no acostumbra a terminarlos.
Brian nos dio algunas claves elementales del noir. Pese a la introducción de elementos modernos y que los protagonistas no sean los mismos que en el origen del género, las historias sí son las mismas. Los perdedores son universales: el corazón del noir está en el error, el error que una persona normal comete y cómo esta la va cagando a base de cometer más y más errores, forzando una solución. Así, una historia suya puede estar ambientada en cualquier lugar ya que el corazón del negro realmente está en el corazón de los personajes. Para su trabajo, la inspiración la saca de la realidad. Lee tres diarios al día y en las noticias ve desenlaces a partir de las cuales imagina los inicios y el nudo de una historia completa. Luego, se nos ganó con su admiración hacia Torpedo y su afirmación de que le gustaría trabajar con Bernet. Respecto de futuros trabajos, prepara una obra de ciencia ficción negra. Una frase que recordaremos de él, respecto a cómo el noir está en todos nosotros (sonrisa maliciosa mediante) fue que «you readers are not that nice, that's why you read what I write».
Andreu recordó su etapa en Bruguera y cómo en esta editorial ya se acercaba al género policiaco. Una de las bases del catalán para estos relatos está en ilustrar «el lado bueno de los malos y el malo de los buenos». Considera la novela negra como una de las más morales que existen. Es inconcebible que no haya un cierto plano subjetivo. Además, trata de darle un cierto tono de desagradabilidad, sobre todo en las escenas más violentas. Las historias que narra son historias que realmente no queremos que nos sucedieran y busca plasmar eso. Por otra parte, tuvo varios momentos de concordancia con Brian (la sintonía entre ambos era patente): la necesidad de empezar las historias por el final, la inspiración en la realidad, la importancia de la historia respecto del personaje y sus preferencias de arte gráfico en la que también habló de Bernet y al que añadió al francés Tardi.
Cinco para los diez de Astiberri
«¡¡¡Astiberri, flor de mi corazón!!!» –Paco Roca, El veranillo del cantautor.
En la mesa conmemorativa del décimo aniversario de la editorial bilbaína, Fernando Tarancón nos habló de los orígenes de la misma, en un momento en que apenas había editores independientes, si bien recalca que tampoco fueron los primeros. Desde sus previos en la revista Trama, nos comenta que fue un proyecto, en su día, con unas primeras referencias básicas y un concepto un tanto ingenuo: tratan de editar lo que a ellos les gusta. Sin embargo, enseguida se dan cuenta de que no pueden mantener diferentes tipos de cómics en paralelo y surge la necesidad de tener una línea editorial clara. Y así intentan definirla, hasta llegar a la novela gráfica como rumbo director, bajo la creencia de que «hay más lectores que lectores de cómic». De ahí a la actualidad, Astiberri tiene ya nueve colecciones abiertas más la publicación de revistas, ediciones fuera de colección, ilustraciones artísticas o ensayos sobre el medio.
El editor, en el evento, se hizo rodear de toda una serie de autores nacionales que hablaron un poco de su obra, de su filosofía de trabajo profesional y de la relación con Astiberri; de alguna forma, ilustraron cómo la editorial recoge en su seno a autores de diferente procedencia. Javier de Isusí ilustra el caso del autor que llega a puerta fría a la editorial; cuenta Fernando que Javier llegó a Astiberri con un proyecto presentado con la precisión y el estilo de un arquitecto. David Rubín es el caso del autor que ya había tenido un cierto trabajo ya reconocido, en fanzines, prensa y algún trabajo ya publicado. Y Paco Roca ilustra el caso del autor ya con un cierto reconocimiento, que los editores ya conocían y con el que además surgen buenas amistades y reguetones en Santo Domingo.
En medio de la charla sobre novela gráfica, llegó Edmond Baudoin, considerado por el editor como un pionero y exponente de la misma. Después de que los autores hablaran un poco de sus trabajos (El héroe [Rubín], Arrugas [Roca]), Baudoin compartió algunas de las ideas ya expuestas sobre la novela gráfica. El francés nos habló sobre su experiencia en Japón y las estrictas normas creativas de los mangakas y las ventajas del formato libre, en comparación. También nos ilustró sobre su característico método de trabajo, muy físico, de pie, vinculado a la herramienta, libre y casi místico en su relación con la historia. Acto seguido, voló a la clase magistral que impartió en el estand de la Escuela Joso.
Después, se continuó defendiendo el concepto y formato de novela gráfica y la importancia de esta en el panorama de la historieta actual junto con su potencial para captar nuevos lectores. Si bien, también quedó patente que la libertad del autor debe buscar, en cierta medida, un equilibrio con lo que puede funcionar en el colectivo de lectores o posibles lectores. Paco Roca reconoció que era precisamente una de las labores en las que el papel del editor puede ser relevante, en su diálogo con el autor y usó el ejemplo de El invierno del dibujante, para ello.
Tras estas reflexiones finales, despidieron la charla con el deseo común de «y que cumplan muchos más».
Carlos & Garth Story
«Is there anything you would like to work, as a genre, that you haven't touched yet?»
Carlos: «Porn.»
Garth: «I don't think the world is ready for that.»

Una de las más esperadas y atestadas charlas, Garth Ennis (cerveza en mano) y Carlos Ezquerra congregaron a una buena cantidad de fanes y seguidores de sus obras, conjuntas o por separado.
Hablando de inicios, Carlos empezó trabajando en cómics para chicas como Mirabelle o Valentine; pero, por accidente, le llegó una historia de aventuras y de ahí ya despegó su carrera como dibujante en publicaciones como Battle, Action y 2000AD. Vivió toda la revolución de la tradición inglesa con autores como Wagner, con influencias poderosas de la televisión y el cine. Sus influencias personales, además, están en Dickens, John Ford, Pratt, Breccia y Moebius. Garth, que creció con las revistas en las que trabajaba Carlos y las considera parte de su propias referencias, corroboró la revolución del medio británico y como en ese cómic aparecen más toques de humor negro y violencia. Por su parte, de sus inicios, el norirlandés cree que sus tres o cuatro primeros años de guiones «is rubbish», que la editorial que le cogió el primer guion estaba muy desesperada. Cree que en la profesión de guionista, tienes mil historias malas y que una vez las sueltas, ya puedes hacer algo decente.
No tardó en caer sobre la mesa la fama de Garth como «enfant terrible» de los cómics y su supuesto odio hacia los cómics de superhéroes. Se defendió argumentando que su trabajo, comparado con el resto de cómics sí que puede parecer extremo; pero en un contexto más amplio, con otros medios en la ecuación, no lo es tanto. Igualmente, afirmó no odiar el género de superhéroes, sino que más bien era desdén: los encuentra ridículos. Su trabajo, en ese sentido, cree que sigue un poco la corriente del マーシャル・ロウ de Pat Mills y Kevin O’Neil (que también sigue Warren Ellis, por ejemplo), contando historias de superhumanos, no superhéroes, gente con poderes, sin responsabilidad alguna. Su propio The boys, en esa línea, trata de hacer un poco de análisis político de los últimos 50-60 años en los Estados Unidos, a través de ese medio. Respecto a los superhéroes en general, considera que como creció con los cómics de hazañas bélicas, leerlos de adulto le resulta absurdo: no tiene una nostalgia que le permita mantener la suspensión de la credibilidad.
Carlos, de la creación del Judge Dredd, nos contó la anécdota del encargo de diseño. Wagner le pasó una ilustración de Death race 2000; a él le pareció insípida y le empezó a añadir elementos varios y lo fue animando con símbolos fascistas, porque el tipo de personaje lo pedía (le puso el águila en la hombrera por el escudo de la moneda de 25 pesetas de Franco). Cuenta que cuando Wagner vio el primer diseño no le gustó; le dijo que parecía «a fucking Spanish pirate». También opinó de la película del personaje y cree que murió a los doce minutos de metraje más o menos: cuando Stallone se quita el casco.
Finalmente, entre preguntas varias salió la serie televisiva de Preacher. Garth la da por muerta desde hace tres o cuatro años. Cada dos años se hablaba algo, desde hace quince, y al final nunca se concreta nada. Ve más factible una adaptación de The boys, más simple en comparación. Le gustaba bastante el último nombre asociado al proyecto de Preacher, DJ Caruso; y cree que actualmente estamos viviendo una era dorada de las series de televisión.
Ambos autores están agradecidos a todos sus seguidores. Carlos recibió el apoyo de sus seguidores en Gran Bretaña, por foros y Facebook, a raíz del cáncer de pulmón que sufrió. Garth también agradeció a los seguidores, si bien añadió que él prefiere conocernos cara a cara; y afirmó estar pasándoselo genial en el Salón, con todos.
Escuela Joso
Las Clases Magistrales eran otro de los eventos destacados tal y como confirmaba la gran asistencia de público a las mismas. La Escuela Joso, al igual que en años anteriores, traía al Salón diversas charlas y demostraciones de autores reconocidos abiertas a todo el mundo.
Las de la presente edición recibieron una valoración muy positiva por parte de organizadores y público asistente. En palabras de Josep Maria Polls (jefe de estudios de la escuela) «el tipo de autor que ha venido este año le daba un sentido más profundo y emocional a la clase, se hablaba del sentimiento de ser autor, de la necesidad de ser algo propio, no solo de la composición de la viñeta, sino del porqué de dibujar». También se mostraba agradecido por la implicación de los invitados «muchos se han puesto a dibujar motu proprio y no han improvisado su discurso a última hora». Gracias a la incorporación de un proyector se permitía al asistente ver a los propios autores trabajando en directo.
Impartiendo estas clases pudimos ver a Álex Sierra, Roger Ibáñez, R. M. Guéra (apuesta personal del propio Josep Maria Polls de gran aceptación entre el público), Pasqual Ferry, Jordi Lafebre, Charlie Adlard (de actualidad mediática gracias a The walking dead y valorando durante su exposición la importancia del diseño con diversas curiosidades de su obra), Eddy Campbell, Arthur de Pins, Edmond Baudoin (que hizo gala de una personalidad a medio camino entre el artista loco y el creador desbocado), a los chicos de Ikari Studios e incluso se impartió un exótico taller de origami.

  1.  Y uno tiene la sensación de que el hombre tiene bastante de todo eso cuando le contempla exponer un método de trabajo consistente en canalizar música y emociones a través de un pincel de manera improvisada, ligeramente aleatoria y acompañada de gritos.
Actividades lúdicas
Un escenario se alzaba en el centro de la exposición Zombi, y sobre este las formaciones Anna & The Bananas y Rembrandt42 tenían la dura tarea de tocar el jueves ante un escaso público (fue el día con menos asistencia). Un viernes mucho más transitado, desfiló por ahí gente engalanada para el concurso de cosplay indivual y los nada discretos Motorzombis ponían ganas en su concierto. Al día siguiente Berto Romero concentró a una gran cantidad de gente durante su breve monólogo y tras el cosplay zombi por grupos los Tiki Phantoms alegraron la tarde a los más animados. El domingo se cerró con las actuaciones de Mürfila (con Cucaracha Andrés como invitado sobre las tablas) y Los Toros.
Aprovechando el evento en el espacio Xbox 360 se estrenaba la beta multijugador del esperado Gears of war 3, junto a ella diversos juegos con renombre del sistema de Microsoft estaban disponibles al público, incluyendo la casa móvil Kinect donde cualquier osado podía brincar y bailotear alegremente y sin pudor frente a los juegos del cansino juguete.
Nintendo también presentaba su 3DS y las diversas productoras cinematográficas hacían campaña de futuros estrenos; estands promocionales de Transformers 3Green LanternEl Capitán Trueno o X-Men: first class (entre muchos otros) proyectaban avances y exponían diverso mobiliario (el martillo de Thor, el escudo del Captain America o los trajes del Capitán Trueno) para que el fan diera color a sus fotos con tan divertido atrezo.
Un área dedicada exclusivamente a los juegos de estrategia, talleres de cómic para escuelas y clases de aerografía en la Escuela Joso, un diorama de cien metros cuadrados basado en la segunda guerra mundial con maquetas de tanques teledirigidos y temática comiquera, un taller de grafitis o el espacio クレヨンしんちゃん/ドラえもん para los más pequeños completaban la oferta.
Best of the rest
Una veintena de personas asistieron a la exposición de confuso título Los cómics de Indiana Jones en los cómics, donde Rubén Fernández repasó las anécdotas más interesantes (relacionadas con el tebeo y no tanto) del mito de látigo y el fedora, sin olvidarse de las puyas de rigor para la última entrega cinematográfica.
La mesa redonda sobre Japón y su reciente tragedia recogió los testimonios de españoles que habían vivido de cerca la situación japonesa. Pusieron de relevancia, entre otras cosas, las diferencias entre la presentación de la catástrofe por parte de los medios de comunicación japoneses y los no-japoneses; como el tono de alarma fuera de Japón es bastante superior al que se vive realmente dentro de la isla. Dieron también constancia, dentro de la gravedad de la situación, de la estoicidad del pueblo japonés. El acto también sirvió para promover la exposición solidaria con el país, presente en el Salón.
Pau Vergara y Antonio Mansilla, productores de El Capitán Trueno, Manuel Martínez (Goliat en el filme) y Víctor Mora (creador del personaje) comandaban la concurrida, por mucho fan del tebeo original, presentación de la película que se haya actualmente en posproducción. Proyectaron un pequeño tráiler e imágenes del making-off y respondieron a una extensa ronda de preguntas con entusiasmo. La parte menos buena es que la inversión de 10.000.000 de euros (tras renunciar a rodarla en 3D) no luce en los adelantos mostrados dejando la sensación de que o mucho se esfuerzan o la cosa apuntará a un Águila roja 2 y no a una cinta que haga justicia al mito.
El 23-F. A golpe de viñetas, otra charla vinculada a una de las exposiciones, reunió a Miguel Gallardo (El Víbora), Kim (El Jueves) y Bartolomé Seguí (El Mundo) que, entre anécdotas, experiencias y alguna que otra broma, explicaron cómo vivieron aquel momento histórico del golpe de Estado.
Otros actos tuvieron menos éxito entre la masa. La escasa asistencia en la presentación del Museo del Rock pese a lo interesante del material disponible, casi obliga a los ponentes (entre ellos el coleccionista Jordi Tardà) a sentarnos en corro y encender una hoguera; quizá el Salón no era el lugar más indicado para una presentación musical.
Los chicos (esforzados, eso sí) que participaron en la mesa redonda El fenómeno zombi poco pudieron hacer para evitar dormir a una espectadora y espantar a parte de la sala.
Epílogo
Cuando la 29ª edición del Salón del Cómic cierra sus puertas, es hora de echar cuentas: 19.000 metros cuadrados en los que se repartieron ciento treinta y cinco expositores (el mismo número que el año pasado pese a contar con menos subvención pública en la presente edición) que han sido visitados por más de cien mil personas y contado con una estupenda participación por parte del público en los eventos, exposiciones y las mesas redondas con más estrellas ponentes.
El consejo: visitar el Salón en un día laborable para huir de las tremendas aglomeraciones del fin de semana.
Jot Down recoge sus enseres mientras recapitula. Cuatro días de puro tebeo: tropezándonos con Glenn Fabry en los lavabos, preocupados por la salud epitelial de jóvenes lozanas con body painting de Avatar, salpicados por la sangre de muertos vivientes que insistían en saltar sobre nosotros, asimilando las marcianadas de Mariscal, surfeando con los Tiki Phantoms, asombrados por la dedicación de Alfredo Casteli y compañía, viéndole hasta el alma a Mürfila, contemplando a Kurt Busiel comiendo galletas, a Garth Ennis acabando con la cosecha anual de cebada en lata y a Joaquín Reyes tratando de atinar al dedicarnos un Ojos de Huever, flipando con un Little Nemo original por 25.000 euros y un vetusto Barcode Battler por 50, caminando entre Totoros, Bobobos y banderas de One piece, conociendo a los grandes de El Jueves y bañándonos en tinta, muchísima tinta.
Atardece en la ciudad condal y en la esquina derecha aparece un pequeño recuadro en el que se puede leer con letras de tebeo:
Continuará en el siguiente número.
Premios Salón del Cómic de Barcelona 2011
Gran Premio del Salón: Jordi Longarón

Mejor Obra de Autor Español: El invierno del dibujante  Paco Roca (Astiberri)



Premio Popular: Miguel, 15 años en la calle – Miguel Fuster (Glénat)
Mejor Dibujo de Autor Español: Blacksad 4. El Infierno, el silencio – Juanjo Guarnido (Norma)



Premio Popular: Autobiografía no autorizada 3 – Nacho Casanova (Diábolo Ediciones)
Mejor Guion de Autor Español: El invierno del dibujante – Paco Roca (Astiberri)



Premio Popular: Aventura bajo el pirineo – Dani García-Nieto (Editorial Cornoque)
Premio Josep Toutain al Autor Revelación: David Sánchez

Premio Popular: Josema Carrasco
Mejor Obra Extranjera Publicada en España: The walking dead – Robert Kirkman y Charlie Adlard



Premio Popular: Asterios Polyp – David Mazzucchelli (Sins Entido)
Premio a la Mejor Película Basada en un Cómic: María y yo – Félix Fernández de Castro (documental de la novela gráfica de mismo título de Miguel Gallardo)



Premio Popular: El gran Vázquez – Óscar Aibar
Premio a la Mejor Librería de Cómic: Madrid Cómics
Premio a la Divulgación del Cómic: Santiago García

Premio Popular: Juan Royo
Mejor Fanzine Español: El naufraguito



Premio Popular: Epilepsia
Mejor Revista Española de Cómic: Dolmen



Premio Popular: Malavida

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