miércoles, 6 de julio de 2016

Viñetas olvidadas

Hay todo un universo de viñetas que se mudaron del folio a la pantalla de plata perdiendo más o menos dignidad en el proceso. La audiencia solo ha conservado en la memoria popular a caballeros oscuros, vecinos trepamuros y gente con uniformes de trabajo tan coloridos como para comandar la carroza el día del Orgullo. Pero hay cine con alma de tinta más allá de las capas y los superpoderes.
Viñetas olvidadas: repaso de algunas adaptaciones del tebeo a la gran pantalla que se salen del tópico superheroico.

Scott Pilgrim vs. the world

Edgar Wright (Shaun of the dead y Hot fuzz) acomete la dura tarea de adaptar seis tomos de épicas aventuras veinteañeras enmarcadas en estética de videojuego old school.

El resultado es divertido y tiene un ritmo endiablado (con algunos cambios de plano memorables), podando mucho por el camino y tomándose bastantes libertades pero, al mismo tiempo, siendo extremadamente fiel en pasajes puntuales y aportando ingeniosas ideas como el dar forma visual a las onomatopeyas para divertirse jugando con ellas.

La elección de Michael Cera para dar vida al caradura protagonista descoloca, la de la mirada de Mary Elizabeth Winstead se agradece.

Y un detallazo: por una vez en una obra que utiliza música ficticia de grupos ficticios las canciones que se han creado a tal efecto no dan vergüenza ajena. Sino todo lo contrario.

Road to perdition

La cinta de Sam Mendes protagonizada por Tom Hanks, Paul Newman y Jude Law era una adaptación de un cómic de idéntico título escrito por Max Allan Collins, que a su vez bebía, y mucho, del mítico manga 子連れ狼.

El cómic tuvo dos secuelas y la película, una deconstrucción del género negro, estuvo nominada a seis Oscar y se llevó el de fotografía con una puesta en escena inspirada en los cuadros de Edward Hooper. Tanto cómic como película son recomendables, pese a que el guion del filme, al sufrir diversas reescrituras, se apartó ligeramente del material original.

Ninja turtles

Icono noventero por excelencia, las tortugas tenían su origen en un tebeo de 1984 bastante más cafre que la película: las páginas comenzaron como una parodia verdosa de Daredevil y, a mediados de los 90, al pasar la obra a manos de la editorial Image, las historias fueron degenerando en un divertimento oscuro y violento: Leonardo perdía una mano, Splinter se transformaba en murciélago, Raphael veía desfigurada su cara y más tarde se convertiría en Shredder y Donatello era reconstruido en forma de cíborg.

La primera película de acción real adaptaba las páginas rebajando el tono y añadiendo odiosos tópicos surferos (pizzas y cowabungas). De su secuela fílmica, solo con saber que la guest star era Vanilla Ice, poca cosa habría que decir y, por último, las verdes llegaron a tener una tercera entrega, con viajes en el tiempo. Soporífera.


Recientemente se recuperó a los personajes en forma de cinta de animación computer generated del montón, mientras que en el papel se trató de olvidar y formatear la del desmadre de Image con la edición de historias nuevas.


올드보이

박찬욱 sorprendió en 2003 con una historia de venganza en la que un hombre, tras ser secuestrado durante quince años en una habitación, y teniendo como única compañía un televisor, es liberado para descubrir quién está detrás de su encierro y el porqué de este.

La película es un ejercicio sobresaliente de gran personalidad visual y delirios importantes en cuya epopeya el protagonista se abría paso a golpe de martillo, devoraba pulpos vivos y se enfrentaba a un villano con el plan más retorcido y enfermo de la historia de los antagonistas peliculeros.

Formaba parte de la trilogía de la venganza del director, compuesta por 복수는 나의 것, 

올드보이 친절한 금자씨.

Lo que pocos sabían es que la obra estaba basada en la premisa de un manga del mismo título creado por Garon Tchusiya a finales de los 90.


La gran aventura de Mortadelo y Filemón

El universo de Javier Fesser bebía mucho del tebeo de Ibáñez, como bien reflejaban cortometrajes y películas anteriores (Aquel ritmillo, El milagro de P. Tinto). Así pues, Fesser fue la elección más acertada para trasladar algo tan imposible (y castizo) como las aventuras de Mortadelo y Filemón al formato película.

El resultado tenía un prólogo brillante, una fabulosa puesta en escena, homenajes a héroes del tebeo patrio (Anacleto, un genial guiño a 13 Rue del Percebe o la gracia de un Rompetechos fachorro) y un desarrollo muy irregular pero divertido. Eso sí, la desquiciada referencia a Indiana Jones and the last crusade dejó a media audiencia con el culo hecho un puzle de mil piezas.


Miguel Bardem se encargaría de una olvidable secuela con muchísima menos maña.



Men in black

Apaleadísima por una crítica que no acabó de pillarle el punto de humor cartooniano, la cinta, que contaba las aventuras de J y K, estaba basada en unas páginas noventeras de vida muy breve (tres números), que presentaban a unos hombres de negro enfrentándose a demonios, alienígenas, mutantes y todo tipo de monstruo paranormal. Para la película se quedaron solo con la parte marciana, y sustituyeron detalles tan políticamente incorrectos como el asesinato de los testigos por otras opciones más familiares en forma de flasheadores de memoria. Sufrió una secuela menos divertida e interesante con la bizarrada de tener a Johnny Knoxville en el reparto y un cameo de Michael Jackson.

Blueberry

Jean-Michel Charlier y Moebius inventaron a Blueberry en papel, un vaquero con facciones de Jean Paul Belmondo y algunos destellos de MacGyver en pleno Oeste.

El francés Jan Kounen (que venía de dirigir la violenta Dobermann) se encargó de la adaptación a pantalla grande. El problema fue que el hombre estuvo antes del viaje metiéndose peyote con un chamán, y gracias a eso la película se convirtió en un desvarío lisérgico bastante tostonazo con Vincent Cassel, Juliette Lewis y Michael Madsen que solo conservaba del referente original el nombre del protagonista. Una desgracia.

A history of violence

El thriller de Cronenberg protagonizado por Aragorn/Alatriste fue aplaudido por gran parte de la crítica, que agradeció que el director se apartara de sus neuras de nueva carne y gente con complementos cárnicos donde enchufar el iPod.

La historia estaba basada en una novela gráfica de idéntico título, pero el propio director aseguró que desconocía ese dato hasta que se pusieron a trabajar en una reescritura del guion durante la preproducción.

The mask

Era 1994, Jim Carrey todavía no resultaba terriblemente cansino y la audiencia se sorprendía con esa estupenda demo técnica del efecto especial que era la película The mask. Su origen estaba en un cómic de similar premisa (una máscara que concede poderes a aquel que la encuentra) pero con peor baba: los dibujos originales hacían de la ultraviolencia su leitmotiv y el portador de la máscara tendía a iniciar masacres en serie y asesinar a todo el que se le cruzase, detalles encantadores que, curiosamente, fueron eliminados para la película. La decencia y lo políticamente correcto, como siempre, quitándonos tantas cosas divertidas.

Garfield

El traslado a celuloide del orondo felino que reinaba en las tiras cómicas creadas por Jim Davis no podía haber sido más desastroso: infumable mezcla de Garfield generado por ordenador e imagen real. Bill Murray reconoció en una entrevista que aceptó ponerle voz al gato porque cuando le pasaron el guion confundió al Joel Cohen que lo firmaba con el Joel de los hermanos Coen (aprended, por Dios, el de Fargo se escribe sin hache). Eso sí, en la secuela participó alegremente.

Años más tarde, en la cinta Zombieland, Bill Murray se interpretó sí mismo y, en cierto momento del filme, tras ser disparado, se le pregunta si tiene algo de lo que arrepentirse. «Garfield», responde.

Y con razón.
Continuaremos en el Volumen 2.

Són els dispositius mòbils segurs?

La nostra relació amb els dispositius mòbils evoluciona molt ràpidament i, avui per avui, s'està reduint l'ús del televisor o l'ordinador convencional en benefici de les tauletes, els llibres electrònics o els telèfons intel·ligents. Com és lògic, només es canvia de dispositiu. Les activitats electròniques d'oci i treball que realitzàvem abans són ara pràcticament les mateixes. Les persones o grups que pretenen treure benefici mitjançant la sostracció d'informació també s'han adaptat a aquest nou entorn i el problema ara és més gran ja que, per exemple, en el cas dels telèfons mòbils la quantitat d'informació privada en joc és molt més gran que en la resta de dispositius (contrasenya d'accés, dades bancàries, SMS, correus, contactes, agenda, posicionament, imatges, vídeos, documents personals, xarxes socials...).

La vulnerabilitat arriba als dispositius mòbils quan aquests s'obren al món a través de la connexió a Internet. Avui en dia el núvol està integrat de ple en el software i la utilitat d'aquests gadgets, si no estan connectats, es perd pràcticament per complet. Gairebé és impossible deslligar una cosa de l'altra, per la qual cosa les nostres dades hi estan exposades. Aquesta exposició és més gran com més obert sigui el sistema i més difòs estigui. Per una banda, l'iOS d'Apple és un entorn propietari molt tancat a modificacions externes; això limita les accions de l'usuari però també el protegeix, tot i que no pas per complet. En canvi, Android de Google és de codi obert i dóna llibertat plena als usuaris, amb totes les seves conseqüències. Existeixen altres sistemes com Symbian o Windows Phone que pel seu baix ús no són atractius per als hackers o per qui desenvolupen virus.
Podem tenir problemes de virus, malware o robament directe de dades de les següents maneres:
  1. Mitjançant la instal·lació d'aplicacions. Si fem servir iPhone App Store o l'Android Market, el risc disminueix un 99 % ja que Apple i Google s'encarreguen d'incloure-hi només aplicacions segures. Si l'aplicació és descarregada de la xarxa, augmenta un 99 % ja que és un cavall de Troia perfecte per executar programes malignes amb la nostra autorització.
Solució:
  • Fixar-se en els permisos que solicita l'aplicació en ser instal·lada (aplicar la lògica).
  • Instal·lar un antivirus. N'hi ha diversos gratuïts. Per exemple, aquest per a Android. Gasta molt poca bateria, molt pocs recursos i s'actualitza sol. Només escaneja aplicacions, no navegació. I aquest altre per a iPhone, que monitoritza la navegació.

  1. Mitjançant la connexió a xarxes socials no segures. Tothom sap que les xarxes wifi d'accés públic són un perill per a la seguretat de qualsevol dispositiu que s'hi connecti. Si no hi ha altre remei, connecteu-vos-hi sota la vostra responsabilitat.
  1. Altres modos. Accedint a pàgines, obrint correus o realitzant qualsevol altra acció que aprofiti forats de seguretat recents del sistema i que encara no s'hagin corregit. Solució: actualitzar el sistema com més possible millor. Això de vegades no és fàcil i és el problema més gran de què es pot acusar directament Android (Google), fabricants i operadores. Se suposa que en versions futures d'aquest sistema operatiu es podran fer actualitzacions d'aquest fent servir el Market. Ara el mètode d'actualització, en la majoria dels casos, formata el sistema. En el cas de l'iPhone, aquestes actualitzacions es realitzen de forma transparent a l'usuari, com hauria de ser.     

Després de tota aquesta argumentació i consells sobre la seguretat m'agradaria concloure amb una opinió personal. Lo millor és no obsessionar-se amb la seguretat; cal certa precaució, conèixer els perills, com es produeixen i com evitar-los, però realment l'usuari final no ha de preocupar-s'hi. Són les empreses de software i hardware les que han d'assumir aquest paper de control perquè ens sentim segurs a l'hora de comprar i utilitzar aquests dispositius.


¿Son los dispositivos móviles seguros?

Nuestra relación con los dispositivos móviles evoluciona muy rápidamente y, hoy por hoy, se está reduciendo el uso del televisor o el ordenador convencional en beneficio de las tabletas, los libros electrónicos o los teléfonos inteligentes. Como es lógico, solo se cambia de dispositivo. Las actividades electrónicas de ocio y trabajo que realizábamos antes son ahora prácticamente las mismas. Las personas o grupos que pretenden sacar beneficio mediante la sustracción de información también se han adaptado a este nuevo entorno y el problema ahora es mayor ya que, por ejemplo, en el caso de los teléfonos móviles la cantidad de información privada en juego es mucho mayor que en el resto de dispositivos (contraseña de acceso, datos bancarios, SMS, correos, contactos, agenda, posicionamiento, imágenes, vídeos, documentos personales, redes sociales…).
La vulnerabilidad llega a los dispositivos móviles cuando estos se abren al mundo a través de la conexión a internet. Hoy en día la nube está integrada de pleno en el software y la utilidad de estos gadgets, si no están conectados, se pierde prácticamente por completo. Casi es imposible desligar lo uno de lo otro, por lo que nuestros datos están expuestos. Esta exposición es mayor cuanto más abierto sea el sistema y más difundido esté. Por un lado, el iOS de Apple es un entorno propietario muy cerrado a modificaciones externas; esto limita las acciones del usuario pero también lo protege, aunque no por completo. En cambio, Android de Google es de código abierto y da plena libertad a los usuarios, con todas sus consecuencias. Existen otros sistemas como Symbian o Windows Phone que por su bajo uso no son atractivos para los hackers o para los desarrolladores de virus.
Podemos tener problemas de virus, malware o robo directo de datos de las siguientes maneras:
  1. Mediante la instalación de aplicaciones. Si usamos iPhone App Store o el Android Market, el riesgo disminuye un 99 % ya que Apple y Google se encargan de incluir en ellos solo aplicaciones seguras. Si la aplicación es descargada de la red, aumenta un 99 % puesto que es un perfecto caballo de Troya para ejecutar programas malignos con nuestra autorización.
Solución:
  • Fijarse en los permisos que solicita la aplicación al ser instalada (aplicar la lógica).
  • Instalar un antivirus. Hay varios gratuitos. Por ejemplo, este para Android. Gasta muy poca batería, muy pocos recursos y se actualiza solo. Solo escanea aplicaciones, no navegación. Y este otro para iPhone, que monitoriza la navegación.

  1. Mediante la conexión a redes no seguras. Todo el mundo sabe que las redes wifi de acceso público son un peligro para la seguridad de cualquier dispositivo que se conecte a ellas. Si no hay más remedio, conectaos bajo vuestra responsabilidad.
  1. Otros modos. Accediendo a páginas, abriendo correos o realizando cualquier otra acción que aproveche agujeros de seguridad recientes del sistema y que aún no se hayan corregido. Solución: actualizar el sistema lo más posible. Esto a veces no es fácil y es el mayor problema del que se puede acusar directamente a Android (Google), fabricantes y operadoras. Se supone que en versiones futuras de este sistema operativo se podrán hacer actualizaciones del mismo usando el Market. Ahora el método de actualización, en la mayoría de los casos, formatea el sistema. En el caso del iPhone, estas actualizaciones se realizan de forma transparente al usuario, como debería ser.

Tras toda esta argumentación y consejos sobre la seguridad me gustaría concluir con una opinión personal. Lo mejor es no obsesionarse con la seguridad; es necesaria cierta precaución, conocer los peligros, cómo se producen y cómo evitarlos, pero realmente el usuario final no debe preocuparse. Son las empresas de software hardware las que deben asumir ese papel de control para que nos sintamos seguros a la hora de comprar y utilizar estos dispositivos.

Trendictopichausen


Vicente Verdú: « En España hay un cambio de valores »



Les cinq bâtiments de la Ciudad de los Periodistas élevés par la Asociación de la Prensa de Madrid, il y a des décennies qu'ils montrent combien elle est précaire, la situation des « plumes » aujourd'hui. Peu de travailleurs en provenance des sciences de l'information et dérivés pourraient se payer un appartement à cette zone de Madrid. Alors ils étaient moins et la profession de journaliste une conjonction de clichés où la nuit et la mauvaise vie faisaient le quotidien un lieu romantique et plein de la fumée maintenant poursuivie. Beaucoup de ces lieux communs étaient justifiés, bien sûr, et Vicente Verdú s'y est aguerri; écrivain, docteur en sociologie par l'Université de la Sorbonne et un des voisins de la Ciudad de los Periodistas. Chez lui, ce qui a été chef d'opinion et chef de culture d'El País et écrivain d'un ouvrage nourri qui dispose des prix Espasa et Anagrama de Ensayo dans son avoir nous reçoit. Avec « Noviazgo y matrimonio en la burguesía española », « El fútbol, mitor, ritos y símbolos », « El estilo del mundo », « No ficción » ou « El capitalismo funeral », Verdú s'est consolidé comme un des analystes les plus prestigieux de la société actuelle et de ses transformations.

Des mois avant de la réalisation de cette interview, Vicente Verdú avait précisément fini une série dans le journal où il montrait l'expérience accumulée pendant leurs vies d'un ensemble de personnes remarquable dans leur domaine, comme le romancier Umberto Eco, ou le premier Nobel africain, Wole Soyinka, parmi d'autres. C'était le moment d'extraire son expérience, en partant juste de cette série d'entretiens qui montraient quelques caractéristique particulières. 

Vicente Verdú: Las entrevistas que he hecho últimamente han sido siempre entrevistas en las que solamente ha hablado el entrevistado. Apenas les he hecho un par de preguntas y ellos se han enrollado. Hay poco desbarajuste. La mejor entrevista es la que se deja hablar al entrevistado. Y en un clima en el que esté a gusto. Y que la pregunta sea sensata, cabal y cerca de sus intereses o ideas. Así fue muy sencillo.
Me llamó la atención que en estas entrevistas preguntase por cuestiones poco habituales, como el estado de salud, que incluso en otros contextos podía considerarse fuera de lugar o una relativa impertinencia. Como pequeña venganza de sus entrevistados me atrevo a preguntarle por la suya:
Les preguntaba naturalmente porque estas gentes ya no son jovenzuelos y la salud les resulta determinante. Y después porque yo creo que afecta mucho a la gente, hablábamos de cómo estaban y así no parecían personajes esculpidos en mármol, sino seres humanos que no lo pasan bien tanto por cuestiones físicas como por cuestiones morales. También les preguntaba por su pareja, hijos, estado de felicidad…
En este caso, centrándonos en la salud, parece que asistimos a una contradicción. Por una parte hay un celo enorme en su cuidado —haga deporte, no coma esto, cuídese, no fume— y por otra la sociedad de consumo, muy centrada en el ocio, impele a salir a la calle y comer, beber, drogarse…
Todo es un proceso. Cuando no se sabían los males que causaba el tabaco no había tanto énfasis en las prohibiciones sobre fumar. En cuanto a la bebida se ha descuidado por una cuestión cultural. Los alcohólicos dicen que el alcoholismo es una enfermedad perniciosa, incurable y fatal. Comprarse un tetrabrik de vino es muy sencillo en comparación con tomar cocaína o heroína, que ya es más caro y complicado, hay que quedar con el camello… y además ha habido una mítica sobre el creador bohemio de salud destruida, bien por enfermedades que no podía evitar, como la tuberculosis, la sífilis etc., o bien por alguna adicción que potenciaba en teoría su talento. Casi siempre era una adicción al alcohol. Pero creo que para escribir hay que estar fuerte, bien físicamente. Y ya en el siglo XX esto va cambiando poco a poco con la preocupación por ejemplo por la higiene o el deporte. La contradicción se produce sobre todo por la exaltación del consumo como un presente continuo, o sea, vamos a disfrutarlo al máximo, vamos a tomar drogas… Y eso choca con los conocimientos científicos acerca de la salud. Se sabe que el tabaco o el alcohol acortan la vida, y la acortan bastantes años.
¿Cree que la prevención contra el tabaco puede extenderse en la misma medida contra el alcohol en breve? Por cierto que no estamos haciendo mucho caso de la teoría [amablemente Vicente Verdú nos ha ofrecido en su casa un pequeño aperitivo acompañado de vino y cerveza]:
Lo que pasa con el tabaco es que ha habido muchos intereses que han permitido que sortee ciertas tendencias en contra. En Estados Unidos llevan 30 años de pleitos contra las tabacaleras.
Antes comentaba que para escribir es necesario estar fuerte. No ha sido por tanto usted un escritor con botella de absenta al lado.
Yo he sido un deportista siempre. Me ha gustado hacer deporte en todos los campos. Y claro, en unas épocas te encuentras mejor y más despejado que en otras, depende.
Con respecto al deporte ha realizado algunos estudios sobre simbología del fútbol, cuya importancia aparente parece haberse disparado. Por ejemplo acaparando la información de lo que antes se consideraba el telediario. Y así en muchos otros aspectos.
El fútbol es una cosa que está en relación con todo el consumo de lo que ahora se llaman productos culturales. Está en relación con el videojuego en cuanto que no tiene un fin prescrito. No es la novela o el cine, donde sabes que ya hay un único fin escrito previamente. En segundo lugar está la participación. En el fútbol se interactúa. El público asistente participa de un ambiente determinado en el campo. Y por último es un asunto muy gratificante en cuanto a vivirlo con los demás. A la gente lo que más le gusta es la gente.
Ha comparado el fútbol al videojuego, otro campo que ha crecido muchísimo y ha trascendido a su propio mundillo de hace unos años. Tienen detrás guionistas o directores comparables a los de las películas en el sentido clásico y también la edad media del jugador ha crecido. Los videojuegos eran cosa de niños y adolescentes. Hoy también de adultos.
España es un buen productor de videojuegos. Yo he visto empresas de videojuegos por dentro y tienen a cien personas trabajando. Y están trabajando, si lo comparamos con el cine, en vestuarios, en ambientación, en la interpretación —en este caso animando a los personajes— … un buen videojuego es un producto muy complejo. Mucho más complejo que el cine.
Junto a ello también ha cambiado la percepción exterior del jugador de videojuegos. Hasta hace no mucho un persona adulta que jugase a un videojuego podía ser tachada de crío, de infantil.
Eso ya me parece un asunto anacrónico. Seguir así… es como cuando empezaba la televisión en España. Y años después los intelectuales seguían diciendo que era la caja tonta. Tontos son ustedes. No se daban cuenta de la importancia que tiene la televisión en todos los aspectos. Y hablo de aspectos que debían de interesar a los intelectuales, como estar informado sobre lo que sucede en el mundo y por tanto tener conciencia del mundo. Ahí crece una cierta solidaridad con otros lugares. También permitía que la familia se reuniese en torno al aparato. Y entonces los intelectuales decían que la televisión desunía a la familia. Ahora, cuando tenemos una conexión a internet en cada habitación nos damos cuenta de que la televisión estaba más relacionada con el hogar. La familia estaba junta, se comentaba la película que se estaba viendo. Todos esos tópicos se lanzaron contra la televisión porque era un producto nuevo y porque estábamos inmersos en aquello que Umberto Eco llamaba apocalípticos e integrados en la cultura de masas. Lo que para unos era democrático para otros era la degradación de la tradición de la cultura. Creo que seguir aplicando este tipo de críticas, ahora al videojuego, ha quedado desfasado.
Por lo que ha dicho nos encontramos con una internet que te conecta con alguien de Australia pero pone un muro con respecto a tu padre, tu madre, tu esposa etc., al menos en comparación con esa reunión que antaño permitía el televisor puesto en el salón. Aunque supongo que no será para tanto.
Bueno, no es el demonio que haga el mal en todos los aspectos. Si la gente quiere estar en su habitación con su conexión a internet y no juntos es porque no interesa estar juntos. El padre es un coñazo, la madre ya se pasa de ella, al hermano no lo aguantas. La familia siempre ha sido bastante difícil, pero cuando ya se ha visto que uno se puede quitar de encima muchos coñazos… pues se los quita.
La familia es otra de las cuestiones que trata con frecuencia, sobre todo en relación a un modelo de familia cambiante. Antes muy unido y ahora disgregado. Sobre todo porque se tienen varias parejas a lo largo de la vida y ese núcleo familiar va evolucionando.
Esto ahora mismo en España se está viendo con mucha claridad. La familia siempre ha sido muy importante en España, pero en estos momentos en los que hay desempleo, la gente está hipotecada, se encuentra con deudas, lo han echado de casa o lo han desahuciado… pues la familia cobra ahí un nuevo valor, un valor de servicio muy importante. Pero de servicio. No estás regresando a casa porque buscas el amor de tu padre y de tu madre sino porque buscas un techo o un plato de sopa.

Debido justo a la crisis quizá este choque sea más agresivo en España o en otros países del ámbito mediterráneo, más proclives en cierto modo a ese concepto de familia tradicional unida, que en otros países.
Aquí ha pasado lo que ocurre en países con una cultura rural más presente cuando hay un choque así. La familia extensa era más corriente. En los medios urbanos la familia es más mononuclear: el padre, la madre, los niños y ya está. Si a eso añades por ejemplo que en Estados Unidos el joven que termina la high school se va si puede hacerlo con o sin beca a una universidad que escoge siempre lejos de casa… y mientras aquí diciendo «ah, pobre chico que tiene que irse de Alcoy a Valencia a estudiar porque no hay universidad en Alcoy». Todas las ciudades españolas de al menos 50.000 habitantes tienen universidad. En Estados Unidos existe la posibilidad de quedarse también, pero la gente no quiere quedarse cerca de casa, quiere emanciparse. Es lo que vemos en las películas. Terminan el bachillerato y esa noche misma, tras la fiesta de graduación, los chicos jóvenes se van a una residencia en la playa o a un hotel, se acuestan con la novia o con la amiga y ahí se establece un corte, un rito de paso. Los chicos empiezan a buscarse la vida por su cuenta, a lo mejor no del todo pero a veces sí. Se pagan la matrícula de la universidad mediante un crédito que pagan después. Y son gentes que vienen educadas de antes de la adolescencia en todo esto de buscarse la vida. He vivido en Estados Unidos y he visto a los chicos de 12 años ganándose su dinero vendiendo por ejemplo bocadillos por las casas. O se ofrecían para recoger las hojas de los jardines o calles cuando llega el otoño. O la nieve en invierno. Aprendían a ganarse la vida.
Sí parece que en ese aspecto, aunque no con gente tan joven, sí que se ha progresado algo. Por ejemplo con becas como Erasmus.
Sí, todavía no de una forma parecida a la de Estados Unidos, pero sí. Cada vez los jóvenes poco a poco tienen menos miedo a salir por ahí y establecer relaciones. Muchos no tienen inconveniente después de la carrera en aprender idiomas en otro país mientras trabajan de camareros. Se va cambiando poco a poco.
Esa cultura del esfuerzo, por llamarla de algún modo, viene con retraso.
En Estados Unidos es que no viene de ahora. Hay que darse cuenta de que es una escala de país que no tiene que ver con la nuestra. Aquí la gente pone reparos por irse a trabajar a Alcobendas cuando antes tenía el trabajo en el paseo de la Castellana. En Estados Unidos se van a miles de kilómetros de casa y no pasa nada. Luego no se ven. El irse significa no verse, estar más aislados, no conocer a nadie.
¿Cómo cree que puede afectar todo esto al ámbito económico? Sobre todo ahora que la crisis hace más significativas estas diferencias que comenta.
También hay que tener en cuenta que muchas veces estas diferencias están aumentadas porque aquí no hay trabajo. Eso de incorporarse a los trabajos con treinta y tantos  años es porque antes seguramente no ha habido oportunidad. Este es un fenómeno que está ocurriendo. Por otra parte las cifras señalan a España como el tercer país donde hay más fracaso escolar. Y más abandonos antes de concluir el bachillerato. Antes de la crisis muchos jóvenes dejaban los estudios y se ponían a trabajar en una playa o en la construcción. Se han ido de casa y han ensayado una vida independiente. Esto ha fracasado con el desplome de los sectores turístico e inmobiliario.
Estábamos hablando de crisis y durante meses se señala constantemente una especie de culpables abstractos. Uno los mercados. Otro los valores, en relación a una constante mención a crisis de valores, pero también  de una forma muy abstracta.
Se han perdido unos valores y se han ganado otros. Hay un recambio de valores. Antes la fidelidad se consideraba un valor positivo y la infidelidad negativo. Eso hoy día significaría tener el mismo coche, la misma pareja, la misma casa toda la vida y morir en el nicho de tus padres. Cosas que antes se consideraban positivas hoy no lo son para una sociedad más dinámica, más cambiante. Antes una cierta adaptabilidad se podía considerar como falta de principios. Ahí está la famosa frase de Groucho Marx: «Those are my principles, and if you don't like them... well, I have others». Había unos principios a machamartillo. Hoy unas ideas preconcebidas muy fuertes pueden convertirte en una persona con dificultades para cosas como la que hablábamos, cambiar tu lugar de residencia. O para aceptar a otras culturas. O para asumir nuevos modos de vida o a otras relaciones. El mundo se ha mezclado mucho y no puedes seguir aferrado a unos principios y unas costumbres.
Da la sensación de que todos estos cambios están sucediendo muy deprisa. Aunque claro, esa misma impresión podía tener alguien en el siglo pasado, el anterior o el anterior.
Hay un libro que me gusta mucho, lo estoy leyendo estos días. Se llama The vertigo years. Así se llamó a los primeros años del siglo XX. Apareció el coche, apareció la electricidad, apareció la aspirina, apareció la bicicleta, el psicoanálisis, las vanguardias artísticas. También son años contra el régimen tradicionalista y severo procedente de la época victoriana. Llegan el valor del deporte, de las mujeres. Fueron años de vértigo. Algo que está sucediendo ahora con el nacimiento de un nuevo mundo: el ciberespacio. El ciberespacio es una realidad paralela que lo trastorna todo.
Sin embargo hay una conciencia clara de que ese cambio se está produciendo. De participar de él tras verlo nacer.
Bueno, ya la primera guerra mundial se explicaba como el colofón de un cambio de época. La segunda fue una réplica de la primera. Desencadenó después las revoluciones anticolonialistas. Y la CIA. Todo esto hizo vivir aquella época como una época extraordinaria. Después apareció la crisis del petróleo, que hizo dudar de que el progreso tuviera una continuidad. Y si uno quiere más llega la caída del Muro en el 89 y un tiempo en el que se pensó que vendría una época de prosperidad continuada e interminable, que los ciclos habían desaparecido, que no habría más depresiones… y catapum. No ha faltado diversión y amenidad. Yo creo que a la nuestra es muy razonable llamarla época nueva porque una cosa muy importante para los seres humanos son los seres humanos, como he dicho antes. La gran revolución de esta tecnología de ahora es la información y la comunicación. Ya no son las amebas ni los cohetes espaciales, ni la física cuántica. Nos estamos refiriendo a los seres humanos. Todo esto está haciendo vivir a la humanidad por primera vez en su historia como una unidad. Por eso resulta menos soportable que la gente pase hambre, que sufran injusticias, que haya ablación del clítoris, que haya una hambruna, que no haya dinero para medicinas que curan enfermedades que ya están resueltas en el mundo avanzado, como la viruela, la malaria o el sida… en fin. Lo resumiría diciendo que es la toma de conciencia de una humanidad única y de unos derechos iguales para todos. Ahora llega la agitación en los países islámicos. Se pensaba que el islamismo iba a ser la alternativa a Occidente y ahora resulta que no querían luchar por imponer el islamismo en el mundo, sino combatir de una forma exasperada contra esos regímenes dictatoriales.
Y paradójicamente en un mundo lleno de tecnología de la información y la comunicación nadie ha sido capaz no digo ya de prever sino de al menos intuir que se iban a producir las luchas de esta forma.
Es lo que tiene el futuro, que está lleno de elementos impredecibles.
Intentemos hacer una predicción además llevando el futuro de nuevo al terreno individual, al envejecimiento, que sirvió de punto de partida para esta entrevista. ¿Qué cree que va a ofrecer este mundo unitario a los más mayores? No faltan las voces que constantemente recuerdan que todo va fatal para los ancianos.
Yo creo que el porvenir no traerá consecuencias negativas para las personas mayores sino al revés. El porcentaje de personas mayores se va incrementando, llegará a superar el 30 % dentro de poco. Los partidos políticos, como ya sucede en Alemania, irán estando cada vez más atentos a sus demandas, igual que el consumo. La música, la moda…
Ya se habla desde hace tiempo del desarrollo de drogas adecuadas a esa edad. Ya nada de chinchón y dominó.
Sí, yo creo que esa temporada de la juventud como patrón de todas las cosas, ese énfasis en la juventud que hay desde los 50 y 60, aunque empezase antes, pero fue ahí donde se potenció, pues todo eso ha ido en declive porque la pirámide poblacional ha visto como bajaba la natalidad y la gente mayor aumentaba.
¿Dónde queda la muerte en esta sociedad de consumo? Parece que no tiene lugar. Salvo para las empresas funerarias.
La muerte no tiene lugar para nadie. La única muerte que podía soportarse era esa muerte que mandaban las pestes. Entonces la muerte era un fenómeno natural como si nevara o saliera el sol. Pero desde haca ya mucho tiempo es tan solo una tragedia personal.


Vicente Verdú: «En España hay un cambio de valores»



Los cinco edificios de la Ciudad de los Periodistas levantados por la Asociación de la Prensa de Madrid hace décadas muestran cuán precaria es la situación de los «plumillas» hoy día. Pocos de los trabajadores procedentes de ciencias de la información y derivados podrían costearse un piso en esta zona de Madrid. Entonces eran menos y la profesión de periodista una conjunción de tópicos donde la noche y la mala vida hacían del diario un lugar romántico y lleno del ahora perseguido humo. Muchos de esos lugares comunes estaban justificados, desde luego, y en ellos se curtió Vicente Verdú; escritor, doctor en sociología por la Universidad de la Sorbona y uno de los vecinos de la Ciudad de los Periodistas. En su casa nos recibe el que fuese jefe de opinión y jefe de cultura de El País y escritor de una nutrida obra que cuenta con los premios Espasa y Anagrama de Ensayo en su haber. Con «Noviazgo y matrimonio en la burguesía española», «El fútbol, mitos, ritos y símbolos», «El estilo del mundo», «No ficción» o «El capitalismo funeral», Verdú se ha consolidado como uno de los analistas más prestigiosos de la sociedad actual y de sus transformaciones.
Unos meses antes de la realización de esta entrevista, Vicente Verdú había concluido precisamente una serie en el periódico donde mostraba la experiencia acumulada durante sus vidas de un conjunto de personas destacadas en su campo, como el novelista Umberto Eco, o el primer Nobel africano, Wole Soyinka, entre otros. Era el momento de extraer su experiencia, partiendo justo de esa serie de conversaciones que mostraban algunas características peculiares.
Vicente Verdú: Las entrevistas que he hecho últimamente han sido siempre entrevistas en las que solamente ha hablado el entrevistado. Apenas les he hecho un par de preguntas y ellos se han enrollado. Hay poco desbarajuste. La mejor entrevista es la que se deja hablar al entrevistado. Y en un clima en el que esté a gusto. Y que la pregunta sea sensata, cabal y cerca de sus intereses o ideas. Así fue muy sencillo.
Me llamó la atención que en estas entrevistas preguntase por cuestiones poco habituales, como el estado de salud, que incluso en otros contextos podía considerarse fuera de lugar o una relativa impertinencia. Como pequeña venganza de sus entrevistados me atrevo a preguntarle por la suya:
Les preguntaba naturalmente porque estas gentes ya no son jovenzuelos y la salud les resulta determinante. Y después porque yo creo que afecta mucho a la gente, hablábamos de cómo estaban y así no parecían personajes esculpidos en mármol, sino seres humanos que no lo pasan bien tanto por cuestiones físicas como por cuestiones morales. También les preguntaba por su pareja, hijos, estado de felicidad…
En este caso, centrándonos en la salud, parece que asistimos a una contradicción. Por una parte hay un celo enorme en su cuidado —haga deporte, no coma esto, cuídese, no fume— y por otra la sociedad de consumo, muy centrada en el ocio, impele a salir a la calle y comer, beber, drogarse…
Todo es un proceso. Cuando no se sabían los males que causaba el tabaco no había tanto énfasis en las prohibiciones sobre fumar. En cuanto a la bebida se ha descuidado por una cuestión cultural. Los alcohólicos dicen que el alcoholismo es una enfermedad perniciosa, incurable y fatal. Comprarse un tetrabrik de vino es muy sencillo en comparación con tomar cocaína o heroína, que ya es más caro y complicado, hay que quedar con el camello… y además ha habido una mítica sobre el creador bohemio de salud destruida, bien por enfermedades que no podía evitar, como la tuberculosis, la sífilis etc., o bien por alguna adicción que potenciaba en teoría su talento. Casi siempre era una adicción al alcohol. Pero creo que para escribir hay que estar fuerte, bien físicamente. Y ya en el siglo XX esto va cambiando poco a poco con la preocupación por ejemplo por la higiene o el deporte. La contradicción se produce sobre todo por la exaltación del consumo como un presente continuo, o sea, vamos a disfrutarlo al máximo, vamos a tomar drogas… Y eso choca con los conocimientos científicos acerca de la salud. Se sabe que el tabaco o el alcohol acortan la vida, y la acortan bastantes años.
¿Cree que la prevención contra el tabaco puede extenderse en la misma medida contra el alcohol en breve? Por cierto que no estamos haciendo mucho caso de la teoría [amablemente Vicente Verdú nos ha ofrecido en su casa un pequeño aperitivo acompañado de vino y cerveza]:
Lo que pasa con el tabaco es que ha habido muchos intereses que han permitido que sortee ciertas tendencias en contra. En Estados Unidos llevan 30 años de pleitos contra las tabacaleras.
Antes comentaba que para escribir es necesario estar fuerte. No ha sido por tanto usted un escritor con botella de absenta al lado.
Yo he sido un deportista siempre. Me ha gustado hacer deporte en todos los campos. Y claro, en unas épocas te encuentras mejor y más despejado que en otras, depende.
Con respecto al deporte ha realizado algunos estudios sobre simbología del fútbol, cuya importancia aparente parece haberse disparado. Por ejemplo acaparando la información de lo que antes se consideraba el telediario. Y así en muchos otros aspectos.
El fútbol es una cosa que está en relación con todo el consumo de lo que ahora se llaman productos culturales. Está en relación con el videojuego en cuanto que no tiene un fin prescrito. No es la novela o el cine, donde sabes que ya hay un único fin escrito previamente. En segundo lugar está la participación. En el fútbol se interactúa. El público asistente participa de un ambiente determinado en el campo. Y por último es un asunto muy gratificante en cuanto a vivirlo con los demás. A la gente lo que más le gusta es la gente.
Ha comparado el fútbol al videojuego, otro campo que ha crecido muchísimo y ha trascendido a su propio mundillo de hace unos años. Tienen detrás guionistas o directores comparables a los de las películas en el sentido clásico y también la edad media del jugador ha crecido. Los videojuegos eran cosa de niños y adolescentes. Hoy también de adultos.
España es un buen productor de videojuegos. Yo he visto empresas de videojuegos por dentro y tienen a cien personas trabajando. Y están trabajando, si lo comparamos con el cine, en vestuarios, en ambientación, en la interpretación —en este caso animando a los personajes— … un buen videojuego es un producto muy complejo. Mucho más complejo que el cine.
Junto a ello también ha cambiado la percepción exterior del jugador de videojuegos. Hasta hace no mucho un persona adulta que jugase a un videojuego podía ser tachada de crío, de infantil.
Eso ya me parece un asunto anacrónico. Seguir así… es como cuando empezaba la televisión en España. Y años después los intelectuales seguían diciendo que era la caja tonta. Tontos son ustedes. No se daban cuenta de la importancia que tiene la televisión en todos los aspectos. Y hablo de aspectos que debían de interesar a los intelectuales, como estar informado sobre lo que sucede en el mundo y por tanto tener conciencia del mundo. Ahí crece una cierta solidaridad con otros lugares. También permitía que la familia se reuniese en torno al aparato. Y entonces los intelectuales decían que la televisión desunía a la familia. Ahora, cuando tenemos una conexión a internet en cada habitación nos damos cuenta de que la televisión estaba más relacionada con el hogar. La familia estaba junta, se comentaba la película que se estaba viendo. Todos esos tópicos se lanzaron contra la televisión porque era un producto nuevo y porque estábamos inmersos en aquello que Umberto Eco llamaba apocalípticos e integrados en la cultura de masas. Lo que para unos era democrático para otros era la degradación de la tradición de la cultura. Creo que seguir aplicando este tipo de críticas, ahora al videojuego, ha quedado desfasado.
Por lo que ha dicho nos encontramos con una internet que te conecta con alguien de Australia pero pone un muro con respecto a tu padre, tu madre, tu esposa etc., al menos en comparación con esa reunión que antaño permitía el televisor puesto en el salón. Aunque supongo que no será para tanto.
Bueno, no es el demonio que haga el mal en todos los aspectos. Si la gente quiere estar en su habitación con su conexión a internet y no juntos es porque no interesa estar juntos. El padre es un coñazo, la madre ya se pasa de ella, al hermano no lo aguantas. La familia siempre ha sido bastante difícil, pero cuando ya se ha visto que uno se puede quitar de encima muchos coñazos… pues se los quita.
La familia es otra de las cuestiones que trata con frecuencia, sobre todo en relación a un modelo de familia cambiante. Antes muy unido y ahora disgregado. Sobre todo porque se tienen varias parejas a lo largo de la vida y ese núcleo familiar va evolucionando.
Esto ahora mismo en España se está viendo con mucha claridad. La familia siempre ha sido muy importante en España, pero en estos momentos en los que hay desempleo, la gente está hipotecada, se encuentra con deudas, lo han echado de casa o lo han desahuciado… pues la familia cobra ahí un nuevo valor, un valor de servicio muy importante. Pero de servicio. No estás regresando a casa porque buscas el amor de tu padre y de tu madre sino porque buscas un techo o un plato de sopa.

Debido justo a la crisis quizá este choque sea más agresivo en España o en otros países del ámbito mediterráneo, más proclives en cierto modo a ese concepto de familia tradicional unida, que en otros países.
Aquí ha pasado lo que ocurre en países con una cultura rural más presente cuando hay un choque así. La familia extensa era más corriente. En los medios urbanos la familia es más mononuclear: el padre, la madre, los niños y ya está. Si a eso añades por ejemplo que en Estados Unidos el joven que termina la high school se va si puede hacerlo con o sin beca a una universidad que escoge siempre lejos de casa… y mientras aquí diciendo «ah, pobre chico que tiene que irse de Alcoy a Valencia a estudiar porque no hay universidad en Alcoy». Todas las ciudades españolas de al menos 50.000 habitantes tienen universidad. En Estados Unidos existe la posibilidad de quedarse también, pero la gente no quiere quedarse cerca de casa, quiere emanciparse. Es lo que vemos en las películas. Terminan el bachillerato y esa noche misma, tras la fiesta de graduación, los chicos jóvenes se van a una residencia en la playa o a un hotel, se acuestan con la novia o con la amiga y ahí se establece un corte, un rito de paso. Los chicos empiezan a buscarse la vida por su cuenta, a lo mejor no del todo pero a veces sí. Se pagan la matrícula de la universidad mediante un crédito que pagan después. Y son gentes que vienen educadas de antes de la adolescencia en todo esto de buscarse la vida. He vivido en Estados Unidos y he visto a los chicos de 12 años ganándose su dinero vendiendo por ejemplo bocadillos por las casas. O se ofrecían para recoger las hojas de los jardines o calles cuando llega el otoño. O la nieve en invierno. Aprendían a ganarse la vida.
Sí parece que en ese aspecto, aunque no con gente tan joven, sí que se ha progresado algo. Por ejemplo con becas como Erasmus.
Sí, todavía no de una forma parecida a la de Estados Unidos, pero sí. Cada vez los jóvenes poco a poco tienen menos miedo a salir por ahí y establecer relaciones. Muchos no tienen inconveniente después de la carrera en aprender idiomas en otro país mientras trabajan de camareros. Se va cambiando poco a poco.
Esa cultura del esfuerzo, por llamarla de algún modo, viene con retraso.
En Estados Unidos es que no viene de ahora. Hay que darse cuenta de que es una escala de país que no tiene que ver con la nuestra. Aquí la gente pone reparos por irse a trabajar a Alcobendas cuando antes tenía el trabajo en el paseo de la Castellana. En Estados Unidos se van a miles de kilómetros de casa y no pasa nada. Luego no se ven. El irse significa no verse, estar más aislados, no conocer a nadie.
¿Cómo cree que puede afectar todo esto al ámbito económico? Sobre todo ahora que la crisis hace más significativas estas diferencias que comenta.
También hay que tener en cuenta que muchas veces estas diferencias están aumentadas porque aquí no hay trabajo. Eso de incorporarse a los trabajos con treinta y tantos  años es porque antes seguramente no ha habido oportunidad. Este es un fenómeno que está ocurriendo. Por otra parte las cifras señalan a España como el tercer país donde hay más fracaso escolar. Y más abandonos antes de concluir el bachillerato. Antes de la crisis muchos jóvenes dejaban los estudios y se ponían a trabajar en una playa o en la construcción. Se han ido de casa y han ensayado una vida independiente. Esto ha fracasado con el desplome de los sectores turístico e inmobiliario.
Estábamos hablando de crisis y durante meses se señala constantemente una especie de culpables abstractos. Uno los mercados. Otro los valores, en relación a una constante mención a crisis de valores, pero también  de una forma muy abstracta.
Se han perdido unos valores y se han ganado otros. Hay un recambio de valores. Antes la fidelidad se consideraba un valor positivo y la infidelidad negativo. Eso hoy día significaría tener el mismo coche, la misma pareja, la misma casa toda la vida y morir en el nicho de tus padres. Cosas que antes se consideraban positivas hoy no lo son para una sociedad más dinámica, más cambiante. Antes una cierta adaptabilidad se podía considerar como falta de principios. Ahí está la famosa frase de Groucho Marx: «Those are my principles, and if you don't like them... well, I have others». Había unos principios a machamartillo. Hoy unas ideas preconcebidas muy fuertes pueden convertirte en una persona con dificultades para cosas como la que hablábamos, cambiar tu lugar de residencia. O para aceptar a otras culturas. O para asumir nuevos modos de vida o a otras relaciones. El mundo se ha mezclado mucho y no puedes seguir aferrado a unos principios y unas costumbres.
Da la sensación de que todos estos cambios están sucediendo muy deprisa. Aunque claro, esa misma impresión podía tener alguien en el siglo pasado, el anterior o el anterior.
Hay un libro que me gusta mucho, lo estoy leyendo estos días. Se llama The vertigo years. Así se llamó a los primeros años del siglo XX. Apareció el coche, apareció la electricidad, apareció la aspirina, apareció la bicicleta, el psicoanálisis, las vanguardias artísticas. También son años contra el régimen tradicionalista y severo procedente de la época victoriana. Llegan el valor del deporte, de las mujeres. Fueron años de vértigo. Algo que está sucediendo ahora con el nacimiento de un nuevo mundo: el ciberespacio. El ciberespacio es una realidad paralela que lo trastorna todo.
Sin embargo hay una conciencia clara de que ese cambio se está produciendo. De participar de él tras verlo nacer.
Bueno, ya la primera guerra mundial se explicaba como el colofón de un cambio de época. La segunda fue una réplica de la primera. Desencadenó después las revoluciones anticolonialistas. Y la CIA. Todo esto hizo vivir aquella época como una época extraordinaria. Después apareció la crisis del petróleo, que hizo dudar de que el progreso tuviera una continuidad. Y si uno quiere más llega la caída del Muro en el 89 y un tiempo en el que se pensó que vendría una época de prosperidad continuada e interminable, que los ciclos habían desaparecido, que no habría más depresiones… y catapum. No ha faltado diversión y amenidad. Yo creo que a la nuestra es muy razonable llamarla época nueva porque una cosa muy importante para los seres humanos son los seres humanos, como he dicho antes. La gran revolución de esta tecnología de ahora es la información y la comunicación. Ya no son las amebas ni los cohetes espaciales, ni la física cuántica. Nos estamos refiriendo a los seres humanos. Todo esto está haciendo vivir a la humanidad por primera vez en su historia como una unidad. Por eso resulta menos soportable que la gente pase hambre, que sufran injusticias, que haya ablación del clítoris, que haya una hambruna, que no haya dinero para medicinas que curan enfermedades que ya están resueltas en el mundo avanzado, como la viruela, la malaria o el sida… en fin. Lo resumiría diciendo que es la toma de conciencia de una humanidad única y de unos derechos iguales para todos. Ahora llega la agitación en los países islámicos. Se pensaba que el islamismo iba a ser la alternativa a Occidente y ahora resulta que no querían luchar por imponer el islamismo en el mundo, sino combatir de una forma exasperada contra esos regímenes dictatoriales.
Y paradójicamente en un mundo lleno de tecnología de la información y la comunicación nadie ha sido capaz no digo ya de prever sino de al menos intuir que se iban a producir las luchas de esta forma.
Es lo que tiene el futuro, que está lleno de elementos impredecibles.
Intentemos hacer una predicción además llevando el futuro de nuevo al terreno individual, al envejecimiento, que sirvió de punto de partida para esta entrevista. ¿Qué cree que va a ofrecer este mundo unitario a los más mayores? No faltan las voces que constantemente recuerdan que todo va fatal para los ancianos.
Yo creo que el porvenir no traerá consecuencias negativas para las personas mayores sino al revés. El porcentaje de personas mayores se va incrementando, llegará a superar el 30 % dentro de poco. Los partidos políticos, como ya sucede en Alemania, irán estando cada vez más atentos a sus demandas, igual que el consumo. La música, la moda…
Ya se habla desde hace tiempo del desarrollo de drogas adecuadas a esa edad. Ya nada de chinchón y dominó.
Sí, yo creo que esa temporada de la juventud como patrón de todas las cosas, ese énfasis en la juventud que hay desde los 50 y 60, aunque empezase antes, pero fue ahí donde se potenció, pues todo eso ha ido en declive porque la pirámide poblacional ha visto como bajaba la natalidad y la gente mayor aumentaba.
¿Dónde queda la muerte en esta sociedad de consumo? Parece que no tiene lugar. Salvo para las empresas funerarias.
La muerte no tiene lugar para nadie. La única muerte que podía soportarse era esa muerte que mandaban las pestes. Entonces la muerte era un fenómeno natural como si nevara o saliera el sol. Pero desde haca ya mucho tiempo es tan solo una tragedia personal.
 


martes, 5 de julio de 2016

"Scott Pilgrim", review of the six volumes



Self-portrait of the author, Bryan Lee O’Malley
Bryan Lee O'Malley has a hardened ass for sitting in front of the game console next to Italian plumbers and blue echidnae, he's a keen manga comic devouring guy and he's passionate about music. With such a fine cultural rehash he gave birth to Scott Pilgrim, or the romantic deeds of a Canadian in his twenties whose universe is governed by the laws of video game.

The proposal cold like that sounds as productive as building a cathedral out of pillows, but O'Malley is a man who came from publishing an introspective graphic novel (Lost at sea) about an asocial girl who is convinced that her cat stole her soul.
This guy would be capable of turning Pacman into the inner monologue of an Asian who, by treating himself, faces the ghosts of the past.
And with Scott Pilgrim he gets something special.
The work presents forms of manga (black and white, pocket-size form, simple dynamic lines), it possesses slice of life spirit, it plays self-reference (the characters talk about events happened in time by quoting the volume during which they happen) and it has an aftertaste of mature pixel.

A homage to those who cultivated little thorns during the 80s and 90s, Scott is the reflection of a generation that's been the closest to a conflict during a quarrel in a bar or on disc 3 when quarreling Sefirot.
Fun, cock-and-bull stories, concerts, video games... nostalgia to the rhythm of guitars in 8 and 16 bits.
Scott's feat is epic, he's a hero of his time: a slacker, shameless, a scrounger, a person who cries if his roommate deletes his game on Final fantasy II, a guy who wants to win the girl of his (literally) dreams over and he does the beat 'em up way.
In any other time, in any other context, it wouldn't make sense.

Scott Pilgrim's precious little life.

Scott Pilgrim is 23 years old, he lives in Toronto, he plays bass guitar in a group called Sex Bob-omb with his friends (Stephen Stills and Kim Pime), he burns hours clinging to the game console, he's dating an Asian who goes to his high school (Knives Chau), he sleeps with his gay roommate (Wallace Wells) because they only have one mattress at home and an Amazon deliverywoman that he's obsessed with has sneaked in his dreams.

Scott doesn't know what he wants: to keep the comfortable platonic relationship with the Chinese teenager or to win Ramona Flowers over, a mysterious ninja skater who uses the hero's head as a delivery shortcut at nights.
This first contact with Scott's world takes little to fool around with the fantastic genre through doors that lead to subspace hitchhikers or a rock band with a theme song in their repertoire that leaves the public in a coma, but in their essence they keep deeply costumbrist bearings, focusing the attention on the relationships in Scott's little group of friends (where Wallace Wells, the gay buddy, stands out stylishly sharply) and giving an impression that the story gets along with elegant comic forms of everyday tone. But only until the reader's testicles are invited to meet the ground when, during the last third of the book, someone gets in by blowing up the roof, challenges Scott a duel to death, invokes an entourage of winged hipster devils and the thing rambles on a choreographed Street Fighter.
The truth is disclosed: if Scott wants to go out with Ramona first he'll have to defeat her seven evil ex-boyfriends.
Scott's life has an end, bosses.
Scott's life has a video game's rules, the reader has just noticed. He was slipped it, all the way to the bottom and with malice. Bryan Lee O'Malley roars resoundingly with laughter.

The drawing isn't very finalized but the proposal hooks. The final nonsense unsettled critics that didn't know which hand to grasp the ensemble with and encouraged the medium reader. Even so, this first volume isn't the top work of art that four fanboys with their panties in their hands proclaim, but it does look a splendid beginning for the series.

Scott Pilgrim vs. the world.

The bases set in the first delivery, the second one affords rave since the start: it begins by recalling the Pleistocene of game consoles and it continues with a flashback of pure Final Fight in Scott's childhood.

The plot rummages in the past and the relationships of the supporting characters more in-depth and with certain understanding, but at the same time it makes clear at the top of its lungs that anyone in this work can start taking impossible jumps, kindly toughen their lower back based on blows 卧虎藏龙 style or quote Guybrush Threepwood.

Scott now has pending ventures to face: deal with his relationship with Knives, eliminate Ramona's second evil ex-boyfriend, Lucas Lee (real famous movie star sold out to the highest bidder and formerly a skater) and survive to the reunion with a super rock star ex-girlfriend (great telephonic conversation and its comatose effects).

And O'Malley's scrotal sac is exclusively composed of mithril because he closes the volume with a major cliffhanger.

Notable is the knack to combine the sensitive part and the bits of everyday life (like that recipe of communal vegetarian turnover) with the hallmark off-the-hooks. More ability, skill and wise moves are seen in the composition of pages and the rhythm, with an author who starts getting the point of narrative and he manages not to disappoint if you enjoyed the first one.

Scott Pilgrim and the infinite sadness.

Besides having the most awesome ever title, this issue supposes the biggest rave of the saga. O'Malley cuts loose by covering the return of Envy (cover of the issue and Scott's lethal ex-girlfriend) with everything that comes to his mind: girls who play drums with a bionic arm, some department stores with such exquisite offers that putting a foot inside may mean to die, points to save the game, bands that play without any instruments by manipulating sound waves ("through effort and goodwill" [sic]), rewards in the shape of extra lives, and a new evil ex-boyfriend: Todd; a moronic rock star that, thanks to a vegan diet, possesses mental superpowers and casual hair Son Goku Super Saiyan style.

The remix of rhythms come out well: the main character doesn't only physically quarrel an enemy, but psychologically the trauma of the reencounter with his ex-girlfriend. The author appears to have learned to finally draw and he creates the most perfect volume, 'cause it's sassily crazy, of the series. He even scores shamelessly an impossible deus ex machina to wrap the fight with Todd up and we don't care because we're having great fun.
As a detail some extra pages with reinterpretations of the characters by other artists and a really brief musical note are included (anecdotal: some mere lines in a box) by way of possible soundtrack of the main characters.

Scott Pilgrim gets it together.

After the overloading of paranoias from the previous issue, here the tone relatively relaxes. The first surprise of the issue consists in coming across a very nice beach but excessively brief prologue in full color.

The story gets a friend of Scott's past back and takes calmer ways by exploring the interpersonal relationships. Now, it starts bugging that the characters are drawn in such a similar way (the female ones share fashion designing in eyes and the shape of their face which, added to the absence of color, makes Kim, Ramona, and Lisa —new arrival— be different in the fact that the first one has four freckles, the second one some aviator glasses on her hair and the third one double eyelashes). In addition there is a gender surprise in Ramona's new ex.
But after the epic of Volume 3, this fascicle's not enough. It's less balanced and the excesses go secondly. Yeah, we've got swords, pastries implied in more than a female subject, a character that when exploding frees kittens and little birds such as a villain from Robotnik; subspaces via a starry door and a mysterious Chinese man who goes around cutting buses with his katana as someone that slices chopped meats for a snack, but the story would rather focus on the most important achievements: to get a job (which awards experience bonus), to deal with Ramona's jealousy and to talk to the landlord of the apartment.
The pure pixel art back cover (a Miguel Sternberg's work) is real thoughtful and the instructions of the (next-to)-last page about the direction to read the comic in are an amusing gibe to the mangas sluggishly edited, but the book is the slackest in the ensemble.

Scott Pilgrim vs. the universe


The esthetic reverence is funny: if second volume included as a presentation in the shape of a logo a tribute to PC Kid, and the fourth one a genuflexion to Sonic, the fifth one has the courtesy of starting up with the sassy homage to Double Dragon.

Scott's life is changing, he turns 24 years old, his group has problems, the relationship with his girlfriend is getting complicated (and the habit to shine in a little compatible way with logic that Ramona's head has looks weird to everyone), he moves to another apartment to live alone and, if that were not enough, he's got a double portion of ex to beat in this issue: two Japanese twins who, honoring their national traditions, persist in sending robot enforcers against the hero. Scott kicks the lock in a background of fabulous alcoholic mellownesses based on tequila, themed parties to attend dressed up and some character locked up in a cage waiting to be rescued by the hero.
This vs. the universe is read quickly (probably thanks to less quantity of dialog and more dynamic cartoons than in previous issues) and rises up around volume 4, but it makes clear that the third one will go down in history as the most inspired one.

A bitter ending and a new awesome cliffhanger leaving a fan higher than Charlie Sheen celebrating New Year's Eve in Medellín.
As a reward, a little making-off on the final pages. And a special mention to the screen shots (created by Ben Bernsten) Nintendo game style that beautify the back cover (with subspace glitches included!).

Scott Pilgrim's finest hour

Final stage.
There are few things more bothersome than a smart-ass hipster.

Scott has been feeling like filing one of them's nose bridge something like five books: Gideon is Ramona's last mysterious ex, a winning smarty-pants with plasticene frame glasses.

In the last issue we find a beat sunken alone hero searching for himself and posing sex to every female who was important in his life till he gathers enough courage to face his fears (which acquire the shape of NegaScott: a dark huge version of himself that had briefly appeared in previous issues) and he heads toward the definitive battle against Gideon, a total final boss who has been fucking over in the shadow during all the series and (as every diabolical being that's appreciated) has set a bar for modern guys.
Final chapter with more pages than usual for the occasion; summit of the esthetic design of the series and centered on a battle in the bad guy's den that, on surrendering to the presumed epic moment taking most of the book, becomes excessively long and make the digestion of the volume drowsy.
It closes up with an agreeable epilogue that relocates the supporting characters in their place and it provides them with a future, including an unexpected (and little insinuated) coming out of the closet.

Last and definitive issue, slightly disappointing for those who expect a more inspired impression outcome, but a more than correct and, deep down, worthy closing for a notable series.
Game over.
Bonus stage!

Free Scott Pilgrim

On the official webpage of the series, Bryan Lee O'Malley was so kind as to share a little short story of 17 pages that happens between Volume 3 and 4 with Scott and company on their way to the movies to watch Brokeback Mountain. Other brief unpublished (pretty anecdotal) cartoons without much weight but that's used as a curiosity for a fan are included, too.