domingo, 15 de abril de 2018

Cien años de Peter Pan


«After a time he fell asleep, and some unsteady fairies had to climb over him on their way home from an orgy».
La proliferación fingidamente descontrolada de abejorros observada esta primavera en Kensington Gardens no es más que un torpe homenaje del MI5 al centenario de la publicación de Peter and Wendy. No van a ser estas apresuradas líneas las que descubran el infinito subtexto que rezuma la obra de J.M. Barrie, pero es evidente que los servicios secretos de Su Majestad, si bien han estado atinados al subrayar el protagonismo de Tinker Bell, es posible que hayan marrado a la hora de afinar la esencia del personaje. Claro que las pequeñas hadas de Neverland comparten cualidades con los abejorros pero, tratándose de espías, se habría esperado una mayor agudeza, aunque fuera solo visual, de su parte. Tinker Bell, tan atractiva como odiosa e incomprensible (y esto incluye tanto su lenguaje como su comportamiento), se ha ganado un puesto en el panteón de monstruos femeninos que combinan el espanto con la seducción sea por medio de la mirada, de la palabra o del canto: La Gorgona Medusa, la Esfinge, las Sirenas. De esta telúrica condición de las hadas nos deja J.M. Barrie una pista en la cita que precede a este texto, si (obviando las turbadoras imágenes que nos ofrece Google al teclear «tinkerbell porn» con el filtro desactivado) entendemos la palabra orgy en su acepción dionisíaca. Esta opción parece la más sensata a la vista de las abundantes referencias clásicas esparcidas por toda la novela, empezando por el apellido de Peter Pan. Bajo esta nueva luz no será difícil ver reflejados en él, en justa simetría, a Περσέας, Οιδίποδας y Οδυσσέας una frase que también parece dejada caer al azar, irrelevante como la anterior para el desarrollo de la narración, deja pocas dudas al respecto: «Fairies indeed are strange, and Peter, who understood them best, often cuffed them».
Abejorros. Por favor.

Arturo Pérez-Reverte y Walter Sobchak: una aproximación


Arturo Pérez-Reverte se dio a conocer para el gran público cuando cubría reportajes sobre conflictos militares allá donde Cristo dio las tres voces. Podríamos comparar su carrera con la de otros corresponsales de guerra del pasado que también ejercieron de novelistas, pero ni su literatura parece tan interesante ni creo que le sobreviva medio siglo. Arturo resulta, para el observador imparcial, más parecido a Walter; tronado compañero de El Nota en The big Lebowski, la película de los hermanos Coen. Con menos grasa y carisma, pero con la misma capacidad de convertirlo todo en una parodia sin pretenderlo e idéntico empeño en apuntalar sus opiniones sobre el hecho de haber presenciado balaceras y explosiones. No importa el asunto que tenga Arturo a bien tratar: educación, cultura, mujeres, colegas de profesión, jóvenes de hoy, políticos lloricas… los compañeros de nuestro académico murieron con la cara en el barro y por eso él sentencia (abrimos comillas) una aleatoria serie de fanfarronadas de barra de tasca (cerramos comillas).
Pérez-Reverte, uno de los referentes de las letras españolas, está ahora apoltronado en la Real Academia vendiendo libros como arroz venden los chinos a los jóvenes que deambulan de madrugada por la Gran Vía y escribiendo columnas en periódicos. No quiero teorizar sobre los motivos que han sentado a este personaje en la Academia por mucho que la reacción cabal a esta circunstancia sea plantarse frente a la cámara de seguridad del edificio y hacer un corte de mangas. Tampoco pienso aburriros con un profundo análisis de su obra literaria; esto último sería adentrarse en el resbaloso terreno de la crítica seria pero, si el propio Reverte declaraba en una entrevista para ABC que «a mí la calidad literaria, francamente, me importa un rábano», no me resta más que aplaudir su honestidad y reconocer que se nota: en mi escala personal oscila entre mala y lamentable. Admito que he leído muy poco al Pérez-Reverte novelista, aunque un simple acercamiento a cualquiera de sus libros ya basta para que tragarse su obra completa quede en la lista de prioridades de cualquier persona sensata muy por detrás de conseguir ejecutar el solo de Simpathy for the devil doblando graciosamente el brazo para tensar con los dedos los pelos de la axila y tañerlos con la otra mano. Por ejemplo. Contemplo la posibilidad de que con la práctica, los años, y quién sabe si copiando vilmente, haya sacado a la luz una prosa que, además de mantener tu atención, consiga desviarte la mirada hacia el infinito para reflexionar sobre algo muy profundo mientras ensayas un gesto como de estar masticando almendras amargas, pero no voy a enfrentarme a ninguno de sus nuevos libros. No deseo que mis prejuicios se vean alterados por saber de qué estoy hablando. Así que lo que pretendo analizar es la faceta de opinador profesional del personaje. Porque, por la fe en el género humano que aún mantengo gracias a que nos ofrece ejemplares de la calidad de Katy Perry, quiero creer eso, que es solo un personaje.
«A este café le falta un chorro de anís
y a la mesa una capa de grasa», parece pensar el académico.
No cabe duda de que las experiencias vividas en un conflicto armado superan en horror a enfrentarse cada día al transporte público madrileño, pero no estimo que justifique el tono sobrado y de estar de vuelta de todo que caracteriza a Reverte. En un artículo sobre La Marcha del Orgullo Zombi, critica con dureza y sus argumentos recurrentes a los participantes. Reverte parece pensar que sus compañeros no murieron con la cara en el barro (otra vez) para que un grupo de jóvenes se diviertan disfrazándose de muertos vivientes deambulando en grupo por la calle. Se me cae el alma a los pies de pensar en qué lleva a nuestro amigo a establecer este tipo de asociaciones. Afortunadamente escribo esto sentado y la distancia entre mi alma y mis pies no es significativa. Todo esto resulta aún más estrambótico si tenemos en cuenta que Arturo es un aficionado confeso a los wargames: concluimos que reunir a un grupo de hombres talluditos alrededor de un tablero para recrear batallas y dar salida al ardor guerrero llevando tropas a la destrucción no representa una falta de respeto para, sí, los compañeros que murieron con la cara en el barro durante guerras reales. Aclaro que a mí no me parece mal ni lo uno ni lo otro, aunque sí agotador y tremendamente aburrido.
Pero así es nuestro querido amigo. Uno se lo imagina escribiendo sus columnas despatarrado en el taburete de una tasca y escupiendo su desprecio por el hueco que le queda entre los dientes y el palillo que sostiene. A voces y con la axila muy sudada, como una suerte de Tomás Roncero pero en redicho. No es que este estilo me parezca censurable. Estamos hablando de un escritor español que ejerce su recia españolidad sin complejos. En un tono que conecta con cierto público, el que admira al opinante «con cojones», el que «dice lo que piensa», y lo hace a grandes voces y dando un puñetazo sobre la mesa. Independientemente de lo acertadas que sean esas cosas que diga y sobre qué las sostenga. A nadie parece incomodarle que la base de sus exabruptos sea su veteranía de guerra, siempre traída a colación sea cual sea la causa. Sucede, pongamos por caso, que una activista de un grupo ecologista inglés afirma sentirse violada por haberle ofrendado su frondosa flor  a un policía infiltrado convencida de que se trataba de un compañero, y ahí irrumpe él. Donde cualquier redactor con cierta experiencia internacional hubiera remarcado el valor del sujeto por sobreponerse a la repulsión y yacer con una nativa inglesa, Reverte se ciega y saca la pistola porque alguien ha pisado la raya en la bolera. Ha presenciado atrocidades, sí. Incluso al lector menos avisado le queda claro, aunque solo sea por reiteración. Si el haber sido testigo de ellas le otorga patente de corso para enredarse a voces con el prójimo faltándole al respeto, es algo que dejo al juicio de cada uno en gesto de democrático buen rollo.
«Que las musas me sorprendan ciscándome en alguien».
Podría agobiaros con toda una serie de ejemplos extraídos de sus muchas columnas o entradas de su blog, pero sospecho que con esta aproximación es suficiente. Tampoco es necesario añadir mucho más: difusión de sobra han tenido algunas de sus declaraciones sobre parlamentarios y políticos, ministros salientes que lloran como nenas o las mujeres de ahora, que no son como las de antes. Sobre este último asunto opinaba junto a su gran amigo, Javier Marías, otro elemento a vigilar y que andaba hace poco enfurruñado porque no le dejan fumar en los bares. Tras declarar hace tiempo que al navegar media hora por internet ya tenía calado el invento y era una cosa infame a la que no se volvería a acercar, solo me queda esperar que haga de su casa un fortín fumando lo que le dé la gana, incomunicado y sin ADSL. Con su amigo Arturo. Hasta que pasen mil años o me muera, lo que antes acontezca.

Étiquette pop

Pop naïf, twee popmorning-singer pop… C'est allergique que je suis aux étiquettes, la première d'elles m'irrite pour la facilité avec laquelle on l'accroche, surtout, des personnes qui n'écoutent pas de musique au-delà des années 70, époque où ces pépés radoteurs aigris ont eu leurs premiers petits-enfants. Je vais sommairement réviser certains groupes que j'ai écoutés à un moment donné qui assumaient cette tare, en séparant quelques-uns de totalement indispensables de découvertes surprenantes. 

Bande son de Super Ñoño

Ce type de musique que seulement le personnage de La hora chanante considérerait épique. Dans cette catégorie, des thèmes et des groupes rentrent, oui, peut-être qu'ils te feront te balancer au rythme de leurs chansons, mais la plupart d'entre eux sont collants et lourds jusqu'à ce qu'on dit « ça suffit, arrêtez, pour l'amour de Dieu ! ». Je citerai, par exemple, Los Fresones Rebeldes, un groupe des années 90 avec un nom qui, d'emblée, ne te fait pas supposer que tu es devant une formation musicale sérieuse. Son succès le plus grand, Al amanecer, compte sur des strophes de grande portée émotionnelle, comme celle-ci :
Es que si estás cerca me siento mejor,
desde que te conozco estoy mucho mejor.
Sé que puedo amarte todavía mejor,
quiero que me ayudes con la respiración.
Mejor, …mejor, …mejor, … argh ! La grande erreur est de penser que si ce sont des mélodies naïves, gaies et lumineuses, les paroles doivent être faciles, et oui, là « faciles » est un euphémisme pour « simples », « débiles ». Mais on peut composer des thèmes qui ont un petit peu plus de substance ou même autocritique. Un des grands espoirs du pop patriotique des derniers temps, Rusos Blancos, il a des chansons très amusantes, comme Carrera de lesbianas ou, par exemple, Supermodelo (trending topic sur Twitter il y a quelques jours) :
Esas chicas indis,
que bailan sin mover los pies.
Con sus sonrisas tristes que no te dejan ver,
que no cuidarán de ti,
que no te harán feliz.
Quelqu'un devait le dire, parce que ceci, c'est comme ça.

Des critiques corrosives, mine de rien

Un phénomène curieux arrive avec un de ces groupes d'apparence et voix inoffensives : dès que les premiers accords sonnent dans un bar, ils déclenchent l'euphorie, en favorisant de petits cercles pour réciter le refrain et en générant de hauts niveaux d'exaltation de l'amitié pas difficiles à atteindre, par ailleurs, à certaines heures du soir. Ils sont pratiquement des hymnes générationnels qui renferment des critiques dures à la société et elles sont chantées à grands cris comme déclaration de principes. Dans cette catégorie, des formations musicales comme Los Punsetes et La Costa Brava entrent. Des premiers, j'écris un passage d'un de leurs grands hits, Tus amigos :
Que le den pol culo a tus amigos.
Pasa de ellos y ven conmigo.
Tu trabajo me toca las pelotas.
Conmigo ya tienes de sobra.
Des vérités de leurs propres mains et une correction à la totalité des priorités de la majorité des mortels. Quant à La Costa Brava, sur son Adoro a las pijas de mi ciudad, il distille une des ironies des plus cruelles, en soulignant avec goguenardise les vertus de l'existence superficielle des gamines jeunes et riches :
Su estilo de vida tan convencional
me produce tanta envidia.
Incluso el más cínico puede apreciar
la belleza de las cosas simples.
Un discours moral qu'ils achèvent avec des thèmes comme El cumpleaños de Ronaldo (R9, pas CR7), où ils prétendument consolent certain mannequin qui a souffert une infidélité (bon, ou plusieurs) dans cet événement. Géniaux.
Surprendre, c'est facile, si on sait comment
C'est mon style favori dans ces sous-catégories. J'aime bien tomber sur des paroles qui défient toute logique, soit pour l'absurde et fantaisiste de leur proposition, pour la double lecture des chansons, soit parce qu'elles racontent des histoires qu'on n'a pas l'habitude d'écouter au milieu d'une mélodie.

Mecano a publié des chansons comme Hoy no me puedo levantar qui pourraient bien entrer dans le premier paragraphe que j'ai antérieurement commenté, mais ils ont aussi accouché des extravagances comme Focas :

Focas, son el nuevo imperio.
Focas, tómatelo en serio.
Focas, dominando el mundo. Oooouoooh.
Focas, que se han hecho abrigos.
Focas, con piel de nativo.
Focas, ten cuidado amigo.
Et il ne s'agit pas d'un soutien subliminal à l'anorexie, mais qu'elle contait une hégémonie mondiale présumée des phoques, ces gros mammifères, avec de la moustache. Et des nageoires.
Le monde obscur des 80 nous apportait aussi une maquette exquise (que le grand DJ Patrullero m'a découvert il y a quelques mois) du groupe Ataque de Caspa, où la très originale Viaje a Egipto se trouvait :
Siempre me interesó la entomología,
pero fue en mi viaje a Egipto
cuando descubrí el papiro de Saqqara.
Sus revelaciones sobre el culto al escarabajo,
me lanzaron a furiosos estudios entomológicos.
Mes connaissances musicales ne sont pas encyclopédiques, mais je vais m'asseoir sur la chaise de généraliser et je dirai qu'entomología, Saqqara et papiro sont des mots que personne n'a jamais osé enchaîner dans aucune chanson. Et dans leur thème La pesca ils nous surprenaient avec plus d'ingéniosité :
Supongamos por ejemplo
que una galerna destroza una parte importante
de la flota de bajura del Cantábrico.
¿Cuál será el efecto sobre el mercado de sardinas,
la destrucción de parte de los barcos?
Je n'imagine pas Leonard Cohen en posant ouvertement ces problèmes épineux de microéconomie, à vrai dire. Je ne suis pas le seul qui a été bouche bée avec la maquette, parce qu'un vinyle avec des versions d'Ataque de Caspa à la charge de Los Punsetes, Linda Mirada, Triángulo de Amor Bizarro et Kaus&Kinski va prochainement être publié. Si je commentais avant mon aversion aux étiquettes, précisément ce dernier (qui est un de mes favoris à l'heure actuelle) a l'honneur douteux d'être le groupe qu'on a ajouté le plus de petites notes à ses thèmes: boléro, paso doble, folk, bossa nova, shoe gaze... Ils sont une sorte de Stanley Kubrick musical, expérimentant avec chacun des aspects musicaux et leur donnant sa touche personnelle. Une Mengele y el amor inquiétante et politiquement très incorrecte —selon comment on interprète les paroles— sert d'exemple.
Me gustaría probar sobre tu tersa piel
el efecto fatal de un potente abrasador,
que gota a gota de mi pecho brota orgulloso por la sed
de entrar a tu cuerpo a poseer tu íntima desnudez.
Y si prefieres aún te puedo inyectar lo que tú y yo sabemos,
puedo hacer de tu cuerpo un estuche de cristal.
Brr… qu'on n'attrape pas Nacho Vigalondo en fredonnant ce thème et lui demande « comment s'intitule-t-elle, cette chanson tellement cool ? »