Enredados
Fermín: Ésta es la historia de cómo me morí.
No os preocupéis, esto es en realidad una historia muy divertida y la verdad es que ni siquiera es mía.
Ésta es la historia de una chica llamada Rapuncel y empieza con el sol.
Bueno, érase una vez, una sola gota de la luz del sol cayó de los cielos y de esta pequeña gota de sol, creció una flor mágica y dorada. Tenía la capacidad de curar a los enfermos y a los heridos.
Oh, ¿ves a esa anciana de ahí? Podrías querer recordarla. Es algo importante.
Bueno, pasaron los siglos y no a mucho tiempo en barco de allí creció un reino. El reino estaba gobernado por unos amados Reyes.
Y la Reina, bueno, estuvo a punto de tener un bebé. Se puso mala. Malísima.
Se estaba quedando sin tiempo, y ahí es cuando la gente normalmente empieza a buscar un milagro. O en este caso, una mágica flor dorada.
Ah, ya os dije que sería importante. Veis, en lugar de compartir el regalo del sol, esta mujer, Madre Giralte, acumuló su poder curativo y lo usó para mantenerse ella joven durante años, y todo lo que tenía que hacer era cantar una canción especial.
Giralte: Brilla, linda flor.
Que brille el poder.
Da marcha atrás.
Dame lo que una vez
ya mío fue.
Fermín: De acuerdo, captáis lo esencial. Ella le canta, se vuelve joven, espeluznante, ¿verdad?
Guardias: ¡Lo hemos encontrado!
Fermín: La magia de la flor dorada curó a la Reina.
Nació una bebé sana, una princesa, con un bonito pelo dorado.
Os daré una pista: ésa es Rapuncel.
Para celebrar su nacimiento, los Reyes lanzaron un farol que volaba hacia el cielo. Y durante ese mismo momento, todo estaba perfecto.
Y entonces ese momento terminó.
Giralte: Brilla, linda flor.
Que brille el poder.
Da marcha a...
Fermín: Giralte entró en el castillo, robó a la niña y justo así... se fue.
El reino buscó y buscó pero no pudieron encontrar a la princesa. Dentro de lo más profundo del bosque, en una torre escondida, Giralte crió a la niña como suya.
Joven Rapuncel: No la encontrarán.
Dame lo que una vez
ya mío fue.
Fermín: Giralte había encontrado su nueva mágica flor dorada, pero esta vez estaba determinada a mantenerla escondida.
Joven Rapuncel: ¿Por qué no puedo ir fuera?
Giralte: El mundo exterior es un lugar peligroso, lleno de gente horrible y egoísta. Debes quedarte aquí, donde estás a salvo. ¿Lo entiendes, flor?
Joven Rapuncel: Sí, mami.
Fermín: Pero los muros de aquella torre no podían esconder todo.
Cada año, en su cumpleaños, los Reyes soltaban miles de faroles hacia el cielo, con la esperanza de que un día su princesa regresaría.
Rapuncel: ¡Ja!
Mm. Bueno, supongo que Pascal no está escondiéndose aquí fuera...
¡Te tengo!
Eso son veintidós para mí. ¿Qué hay de veintitrés de cuarenta y cinco?
Vale, bueno, ¿qué quieres hacer?
Sí, no lo creo. Me gusta aquí dentro y también a ti.
Oh, vamos, Pascal, no se está tan mal ahí dentro.
Empiezo a las siete de la mañana.
Hacer las tareas y luego barrer.
Limpiar y encerar y hacer la colada.
A las siete y cuarto ya he barrido otra vez.
Y entonces leeré un libro, dos o tres.
A mi galería pintura añadiré.
Música y coser, pues cocinaré también.
¿Cuándo saldré? Yo me pregunté.
Después puzzles y dardos y hacer galletas.
Papel maché, el ballet y el ajedrez.
Cerámica y fabricación de velas.
¡Calentar, dibujar, escalar, diseñar!
Y volveré a leer si he terminado ya.
Y volveré a pintar, seguro que hay lugar.
Y yo me peinaré y me peinaré aún más.
Metida en un sitio sin saber
Cuando voy, cuando voy, cuando voy, cuando voy, cuando voy, cuando voy,
¿cuándo voy a nacer?
Mañana ya, las luces vendrán.
Como cada año, lo hacen igual.
¿Cómo es el mundo donde están?
Puede que Madre me quiera dejar marchar.
Fermín: ¡Vaya! Podría acostumbrarme a una vista así.
Traspalacios: ¡Caballero! ¡Venga!
Fermín: Espera. Sí. Estoy acostumbrado. Chicos, quiero un castillo.
Traspalacios: Hacemos este trabajo. Puedes comprarte tu propio castillo.
Fermín: Oh. ¿Alergia al polen?
Guardia: Sí.
¿Eh?
¡Oye, espera! ¡Oye, espera!
Fermín: ¿No podéis imaginarme en un castillo mío propio? Porque yo desde luego que sí.
Todas las cosas que hemos visto y sólo son las ocho de la mañana. ¡Caballeros, éste es un día muy grande!
Rapuncel: Ya está. Éste es un día muy grande, Pascal. Mmmm. Por fin voy a hacerlo. Voy a preguntarle.
Giralte: ¡Rapuncel!
¡Baja el pelo!
Rapuncel: Es la hora.
Lo sé, lo sé, vamos, que no te vea.
Giralte: Rapuncel, aquí abajo no me pongo más joven.
Rapuncel: ¡Voy, madre!
Hola, bienvenida a casa, madre.
Giralte: ¡Ah, Rapuncel! ¿Cómo consigues hacer eso todos y cada uno de los días sin falta? Parece absolutamente agotador, querida.
Rapuncel: Oh, no es nada.
Giralte: ¡Entonces no sé por qué tardas tanto! Eh, jo, jo, jo, jo, querida, solo te estoy tomando el pelo.
Rapuncel: Mm, je, je, je. De acuerdo, entonces, madre, como ya sabe, mañana es un grandísimo día...
Giralte: Rapuncel, mira ese espejo. ¿Sabes lo que veo? Veo a una jovencita fuerte, segura de sí misma y preciosa.
Ah, mira, si estás aquí también. Ja, ja, ja, ja, ja, ¡te estoy tomando el pelo! Deja de tomarte las cosas tan en serio, ah.
Rapuncel: Vale, entonces, madre, como decía, mañana...
Giralte: Rapuncel, madre se está sintiendo un poco hecha polvo. ¿Cantarías para mí, querida? Eso servirá.
Rapuncel: ¡Oh! Por supuesto, madre.
Brilla, linda flor.
Que brille el poder.
Da marcha atrás.
Giralte: ¡Espera...!
Rapuncel: Poder devuélveme.
Giralte: ¡Espera...!
Rapuncel: Cura todo ya.
El azar cambié.
No encontrarán
eso que mío fue.
Giralte: ¡Rapuncel!
Rapuncel: Bueno, madre, antes estaba diciendo que mañana es un grandísimo día y no has contestado de verdad, así que solo te lo voy a decir, ¡es mi cumpleaños! Ah. ¡Tará!
Giralte: No, no, no, no puede ser. Me acuerdo perfectamente: tu cumpleaños fue el año pasado.
Rapuncel: Eso es lo gracioso de los cumpleaños... ¡son como una cosa anual!
Ah.
Madre, cumplo dieciocho años, y quería preguntar, ah, lo que de verdad quiero por este cumpleaños...
En realidad lo que de verdad quiero para mi cumple... quiero para mi cumple...
Giralte: Vale, Rapuncel, por favor, para ya de farfullar. Ya sabes cómo me siento con el farfullera... bla, bla, bla, bla, es muy pesado, te estoy tomando el pelo, eres adorable, te quiero mucho, querida. Ah.
Rapuncel: Ah, quiero ver las luces flotantes.
Giralte: Ah, ah. ¿Qué?
Rapuncel: Oh. Bueno, esperaba que me llevara a ver las luces flotantes.
Giralte: Oh. Dices las estrellas.
Rapuncel: Eso es.
He seguido atentamente las estrellas y siempre son constantes... pero éstas... aparecen todos los años en mi cumpleaños, madre... solamente en mi cumpleaños. Y es que no puedo remediar sentir como si están... están pensadas para mí.
Necesito verlas, madre, y no solo desde mi ventana. En persona. Yo tengo que saber lo que son.
Giralte: ¿Quieres ir fuera? ¿Por qué, Rapuncel?
Mírate, frágil como las flores.
Un árbol que acaba de nacer.
Sabes por qué estás en la torre.
Rapuncel: Lo sé, pero...
Giralte: Eso es, para que estés a salvo.
Yo sé que este día llegaría
y que pronto querrías volar.
Quédate acá.
Rapuncel: Pero...
Giralte: Sh, confiarás.
Pues yo sé más.
Pues yo sé más.
Escucha a tu madre.
Es un mundo al que temer.
Pues yo sé más.
Siempre algo mal sale.
Te lo puedo prometer.
Un matón,
hiedras venenosas,
Te querrán comer, oh, Dios.
Rapuncel: No.
Giralte: Sí.
Rapuncel: Pero...
Giralte: Algún varón
te verá gloriosa.
Para ya, vas a enfadarme.
Madre está aquí.
Madre te protege.
Esto te quiero decir:
Sal del drama,
ven con mama.
Pues yo sé más.
Pues yo sé más.
Confía en tu mama
o no sobrevivirás.
Descalzada vas.
Qué precoz. Vaya.
Sí, de ti se saciarán.
Crédula además.
Y manoseada.
Distraída, no. Mmm... Sí.
Creo que estás
un poquito inchada.
Lo digo porque te quiero.
Madre entenderá.
Madre te ayuda.
Solo quiero demandar:
¿Rapuncel?
Rapuncel: ¿Sí?
Giralte: No vuelvas a pedir salir de esta torre nunca.
Rapuncel: Sí, madre.
Giralte: Oh, te quiero mucho, querida.
Rapuncel: Yo te quiero más.
Giralte: Yo te quiero la que más.
No olvides
lo que dije:
Pues yo sé más.
¡Rapuncel! Hasta dentro de un ratito, flor mía.
Rapuncel: Estaré aquí.
Fermín: Ah, ah... ¡Ah! Oh, no. No, no, no, no, no, no, no, no, no, no, esto es malo, esto es muy, muy malo, esto es malísimo...
¡Es que no me ponen bien la nariz!
Traspalacios: ¿A quién le importa?
Fermín: Bueno, ¡para vosotros es fácil decirlo! Vosotros estáis alucinantes.
Ah, de acuerdo, vale, dadme un empuje, y os levantaré.
Traspalacios: Danos primero la cartera.
Fermín: ¿Eh? Es que... no me puedo creer que después de todo lo que hemos pasado juntos, ¿no confiáis en mí?
Ay.
Traspalacios: Ahora ayúdanos a subir, guapetón.
Fermín: Perdón, mis manos están llenas.
Traspalacios: ¿Qué? ¡Caballero!
Capitán: ¡Recuperad esa cartera a cualquier a cualquier precio!
Guardias: ¡Sí, señor!
Capitán: ¡Ya lo tenemos, Máximus!
Fermín: ¡Ja! ¡Ja, ja! ¡... Oh!
¡Ah! ¡Vamos, vía de escape, adelante!
¡No!
¡No! ¡Basta ya, basta ya! ¡Dámelo... dame eso...!
¡Ja!
¡¡Ah!!
Solo al fin.
Rapuncel: ¡Ah!
Oh.
Fermín: ¿Eh?
Rapuncel: Vale, vale, vale, tengo a una persona en mi armario.
Tengo a una persona en mi armario.
¡Tengo a una persona en mi armario! ¡Ja, ja! ¡Ah!
Demasiado débil para desenvolverme ahí fuera, ¿eh, madre? Bueno... mmmm... dile eso a mi sartén...
Giralte: ¡Rapuncel!
Rapuncel: ¡Oh!
Giralte: ¡Baja tu pelo!
Rapuncel: ¡Un momento, madre!
Giralte: ¡Tengo una gran sorpresa!
Rapuncel: Ah, ¡yo también la tengo!
Giralte: Oh, ¡apuesto a que la mía es más grande!
Rapuncel: Lo dudo seriamente.
Giralte: He traído chirivías. Voy a hacer sopa de avellana para cenar, ¡tu sorpresa favorita!
Rapuncel: Bueno, madre, hay algo que quiero decirte.
Giralte: Oh, Rapuncel, ya sabes que odio dejarte después de una pelea especialmente cuando no he hecho absolutamente nada mal.
Rapuncel: Vale, he estado pensando mucho en lo que has dicho antes y...
Giralte: Espero que no sigas hablando de las estrellas.
Rapuncel: "Luces Flotantes", y sí, me estoy proponiendo eso, y...
Giralte: Porque de verdad creí que renunciamos al tema, cariño.
Rapuncel: No, madre, solo digo, crees que no soy lo suficientemente fuerte como para desenvolverme ahí fuera.
Giralte: Oh, querida, sé que no eres lo suficientemente fuerte como para desenvolverte ahí fuera.
Rapuncel: Pero si tú solo...
Giralte: Rapuncel, hemos terminado de hablar de esto...
Rapuncel: Confía en mí...
Giralte: Rapuncel...
Rapuncel: Sé lo que digo...
Giralte: Rapuncel...
Rapuncel: Oh, venga...
Giralte: ¡Ya basta con las luces, Rapuncel! ¡No vas a salir de esta torre! ¡Nunca!
Ah, genial. Ahora soy la mala.
Rapuncel: Todo lo que iba a decir, madre, es que... ya sé lo que quiero para mi cumpleaños.
Giralte: ¿Y qué es?
Rapuncel: Una nueva pintura. La pintura hecha de las conchas blancas que una vez me trajiste.
Giralte: Bueno, eso es un viaje muy largo, Rapuncel. Casi el tiempo de tres días.
Rapuncel: Es que he pensado que era una idea mejor que... las estrellas.
Giralte: Ah.
¿Estás segura de que estarás segura tú sola?
Rapuncel: Sé que estoy segura mientras esté aquí.
Giralte: Estaré de vuelta en el tiempo de tres días.
Te quiero mucho, querida.
Rapuncel: Yo te quiero más.
Giralte: Yo te quiero la que más.
Rapuncel: Vale.
¿Eh?
Mm.
Fermín: ¡Ah! ¿Eh? ¿Ah? ¿Esto es pelo?
Rapuncel: Forcejear... forcejear es inútil.
Fermín: ¿Eh?
Rapuncel: Sé por qué estáis aquí y no os tengo miedo.
Fermín: ¿Qué?
Rapuncel: ¿Quién sois vos? ¿Y cómo me habéis encontrado?
Fermín: Ajá.
Rapuncel: ¿Quién sois vos y cómo me habéis encontrado?
Fermín: Mmmm. No conozco quién sois vos, ni cómo llegué a encontraros, pero solo puedo decir...
Hola. ¿Cómo andas? El nombre es Fermín Caballero. ¿Cómo te va el día? ¿Eh?
Rapuncel: ¡Ah!
¿Quién más sabe de mi ubicación, Fermín Caballero?
Fermín: De acuerdo, rubita...
Rapuncel: Rapuncel.
Fermín: Salud. Éste es el asunto.
Estaba en una situación, dando vueltas por el bosque. Me encontré con tu torre y... jo, oh, no... ¿dónde está mi cartera?
Rapuncel: La he escondido, en algún sitio donde nunca la encontraréis.
Fermín: Está en esa vasija, ¿no?
Esto, eh. ¿Eh? ¡Guau! ¿Podrías parar eso?
Rapuncel: Ahora está escondido donde nunca lo encontrarás.
Entonces, ¿qué queréis de mi pelo? ¿Cortarlo?
Fermín: ¿Qué?
Rapuncel: ¿Venderlo?
Fermín: ¡No! Escucha, lo único que quiero hacer con tu pelo es librarme de él. Y con razón.
Rapuncel: Sé. Espera. ¿No quieres mi pelo?
Fermín: ¿Por qué cosa del mundo iba a querer yo tu pelo? Mira, me estaban persiguiendo, vi una torre, la escalé, fin de la historia.
Rapuncel: ¿Estás... diciendo la verdad?
Fermín: Sí.
Rapuncel: Lo sé, necesito a alguien que me lleve.
Yo creo que dice la verdad, también.
No tiene colmillos, ¿pero qué elección tengo?
Eh. Vale, Fermín Caballero, estoy preparada para ofreceros un trato.
Fermín: ¿Trato?
Rapuncel: Mirad por aquí.
¿Sabéis lo que son?
Fermín: ¿Quieres decir lo de las linternas que hacen para la princesa?
Rapuncel: Linternas. Sabía que no eran estrellas.
Bueno, mañana por la noche iluminarán el cielo de la noche con estas linternas.
Vos haréis de mi guía, me llevaréis hasta estas linternas y me devolveréis a casa sin percances. Entonces, y sólo entonces, yo os devolveré la cartera a vos. Ése es mi trato.
Fermín: Sí. No poder hacer. Desafortunadamente, el reino y yo no estamos precisamente "good" en este momento. Así que no te podré llevar a ningún sitio.
Rapuncel: Algo os trajo aquí, Fermín Caballero. Llámalo como gustéis: suerte, destino...
Fermín: Un caballo.
Rapuncel: Así que yo he tomado la decisión de confiar en ti.
Fermín: Una decisión horrible, de verdad.
Rapuncel: Pero fíate de mí cuando te digo esto.
Fermín: ¡Ah!
Rapuncel: Puedes destrozar esta torre ladrillo a ladrillo, pero sin mi ayuda, nunca encontrarás tu valiosísima cartera.
Fermín: Mmmm. Solo déjame aclarar esto. Yo te llevo a ver las linternas, te devuelvo a casa, ¿y me devolverás mi cartera?
Rapuncel: Lo prometo.
Y cuando yo prometo algo, nunca jamás rompo esa promesa.
Jamás.
Fermín: De acuerdo, escucha, no quería hacer esto, pero no me dejas elección. Aquí viene el 'ardiente'.
Esto es como un día libre para mí. Esto no pasa normalmente.
... Muy bien, ¡te llevaré a ver las linternas!
Rapuncel: ¿De verdad?
Uy.
Fermín: Me has roto el 'ardiente'.
Fermín: ¿Vienes, rubita?
Rapuncel: Siempre al mundo miré ¡estoy cerca y puedo!
Mira su esplendor, ¿de verdad podré?
Mírame, ¡ya por fin! Tengo que hacerlo.
¿Debo? No. Allá voy.
¡La hierba oler, así, es como lo soñé!
¡También puedo sentir la gran brisa correr!
¡Soy totalmente libre por primera vez!
Ahora corro, y salto, y bailo, y juego,
y brinco, y boto, y vuela mi pelo,
salpico, doy vueltas, y por fin me siento
¡que he empezado a nacer!
No me puedo creer que haya hecho esto.
No me puedo creer que haya hecho esto.
¡No me puedo creer que haya hecho esto! Ja, ja.
Madre estaría muy furiosa.
¡No pasa nada! Quiero decir, ojos que no ven corazón que no siente, ¿verdad?
¡Dios mío, esto sí lo sentiría!
¡Esto es muy divertido!
Soy una hija horrible. Me vuelvo.
¡Nunca voy a volver! ¡Yuju!
Soy un ser humano despreciable.
¡Yuju! ¡El mejor día de mi vida!
Fermín: Mmmmm.
Ya sabes, no puedo por menos que notar que pareces un poco en guerra contigo misma aquí.
Rapuncel: ¿Qué?
Fermín: A ver, está más claro que el agua. Madre sobreprotectora, viaje prohibido. Quiero decir, esto son cosas serias.
Pero déjame aliviarte la conciencia.
Esto es parte de crecer. Un poco de rebelión, un poco de aventura... ¡eso es bueno, sano incluso!
Rapuncel: ¿Tú crees?
Fermín: Lo sé. Estás pensando demasiado esto, confía en mí. ¿Tu madre se lo merece? No. ¿Le rompería esto el corazón y le aplastaría el alma? Por supuesto. Pero simplemente tienes que hacerlo.
Rapuncel: ¿Romperle el corazón?
Fermín: En partes iguales.
Rapuncel: ¿Aplastarle el alma?
Fermín: Como una uva.
Rapuncel: Estaría destrozada, tienes razón.
Fermín: La tengo, ¿no? Oh, maldita sea.
De acuerdo, no me puedo creer que diga esto, pero te dejo salir del trato.
Rapuncel: ¿Qué?
Fermín: Eso es. Pero no me lo agradezcas. Solo démonos la vuelta y llevémoste a casa, encontremos tu sartén... y a tu rana... yo recupero mi cartera, tú recuperas una relación madre e hija basada en la confianza mutua y ¡voilà! Separamos los caminos como amigos insólitos.
Rapuncel: ¡No! Yo voy a ver esas linternas.
Fermín: ¡Oh, venga ya! ¿Qué voy a tardar para recuperar mi cartera?
Rapuncel: Usaré esto.
¿Son rufianes? ¿Matones? ¿Han venido a por mí?
Fermín: Quédate tranquila. Probablemente pueda oler el miedo.
Rapuncel: Oh, ah, lo siento. Supongo que es que soy un poquitín... nerviosa.
Fermín: Aunque probablemente sería mejor si evitáramos a los rufianes y los matones.
Rapuncel: Ah, eh, sí, probablemente eso estaría mejor.
Fermín: ¿Tienes hambre? Conozco un sitio genial pa' comer.
Rapuncel: Oh.
¿Dónde?
Fermín: Oh, no te preocupes. Lo sabrás cuando lo huelas.
Giralte: ¡Ah!
Ah, un caballo de Palacio. ¿Y tu jinete? Rapuncel.
¡Rapuncel!
¡Rapuncel, baja tu pelo!
¿Rapuncel?
¿Rapuncel?
¡Rapuncel!
Fermín: Sé que está por aquí, en alguna parte.
Ah, ahí está, el Patito Quieto.
No te preocupes, un lugar muy pintoresco, perfecto para ti. No querrás asustarte y dejar todo este esfuerzo ahora, ¿verdad?
Rapuncel: Bueno, sí que me gustan los patitos.
Fermín: ¡Toma!
¡Garçon, tu mesa más selecta, por favor!
¿Hueles eso? Respira hondo por la nariz.
De verdad, deja que se filtre.
Rapuncel: ¡Ah!
Fermín: ¿Tú qué coges? Porque para mí...
Rapuncel: ¡Ah!
Fermín: ... eso es parte de olor a hombre, y la otra parte es un olor malísimo. No sé por qué, pero en general es que huele como el color marrón. ¿Tú qué piensas?
Matón: Eso es mucho pelo.
Fermín: Se lo está dejando crecer. ¿Es eso sangre en tu bigote? Orio, mira esto. Mira todo la sangre de su bigote.
Eso, señor, eso es mucha sangre.
Oye, no pareces muy bien, rubita. Quizá deberíamos llevarte a casa. Llámalo un día en el que probablemente es mejor irse. Esto es un antro de cinco estrellas, después de todo, y si no puedes tratar con este lugar, pues, a lo mejor deberías volver a tu torre.
Vlad: ¿Éste eres tú?
Fermín: Ah. Ahora es que están siendo mezquinos.
Arpón: Jo, jo, es él, de acuerdo. ¡Greno, ve a buscar a unos guardias! Esa recompensa me va a comprar un garfio nuevo.
Atila: Yo podría usar el dinero.
Vlad: ¿Y yo qué? Estoy pelado.
Rapuncel: ¡Por favor, parad!
Fermín: Podemos resolver esto.
Rapuncel: ¡Por favor, dejadle en paz!
Fermín: ¡Caballeros, por favor!
Rapuncel: ¡Devolvedme a mi guía!
¡Rufianes!
Fermín: ¡La nariz no, la nariz no, la nariz no!
Rapuncel: ¡Bajadlo!
¡Ya! ¡Vale, no sé dónde estoy, y necesito que él me lleve a ver las linternas porque llevo soñando con ellas mi vida entera!
¡Encontrad vuestra humanidad! ¿Ninguno de vosotros ha sabido nunca lo que soñó?
Arpón: Yo tuve un sueño... una vez.
Soy mezquino y malicioso,
Temes con verme el rostro,
por la crueldad, mis manos no están limpias.
Pero a pesar de mi humor,
y mi aspecto y mi arpón.
Siempre he anhelado ser pianista.
¿No me ves en escena tocando a Mozart
hasta hacer el piano brillar?
Sí, yo quiero que me temáis
y al espectáculo os unáis.
¡Gracias!
Porque en mi interior es lo que soñé.
Matones: ¡Lo que soñó! ¡Lo que soñó!
Arpón: ¿Ves? No soy tan cruel ni malo ni feroz.
Aun me gusta romper huesos, sabes que yo tengo un sueño.
¡Te acabo de contar lo que soñé!
Grande: Tengo chichones y llagas
y algo aquí que sangra
y ni siquiera nombremos mi cara.
Aunque tengo el pie así,
gran garganta y mi nariz,
quiero de mí a una chica enamorada.
¿No me ves con una bella señorita
remando y ella queriéndome?
Aunque soy muy repugnante, no me gusta pelearme.
¡Porque en mi interior es lo que soñé!
¡Lo que soñé!
Matones: ¡Lo que soñó!
Grande: ¡Lo que soñé!
Matones: ¡Lo que soñó!
¡Y el amor reinará, eso lo sé!
Aunque hago gritar al pueblo.
Hay un niño con un sueño.
¡Te acabo de contar lo que soñé!
Tor querría irse y ser florista.
Diseñador Gúnter va a ser.
Mimo quiere ser, Atila cocinero es.
Teje Bal, cose Kil, marionetas hay aquí.
Arpón: Y a Vladimir le gusta la cerámica.
¿Qué hay de ti?
Fermín: Lo siento, ¿yo?
Grande: ¿Cuál es tu sueño?
Fermín: No, no, no. Perdón, chicos, no canto.
Pues es que lo que yo sueño
no tiene sentimiento.
Suelo soñar un lugar soleado,
en una isla en la cual yo pudiera descansar.
Lo que yo sueño es estar forrado.
Rapuncel: ¡Lo que soñé!
Matones: ¡Lo que soñó!
Rapuncel: ¡Lo que soñé!
Matones: ¡Lo que soñó!
Rapuncel: ¡Es esas linternas ver resplandecer!
Matones: ¡Sí!
Rapuncel: Y cada hora que pasa
me alegro de irme de casa.
Queridos, ya os conté lo que soñé.
Matones: ¡Lo que soñó! ¡Lo que soñó!
¡Ellos también! ¡Tú, yó y él!
No somos tan dispares al parecer, unidos pues.
Podéis llamarnos
Arpón: Malvados
Grande: Grotescos y despiadados.
Matones: ¡Porque en mi interior es lo que soñé!
Arpón: ¡Lo que soñé!
Grande: ¡Lo que soñé!
Matones: ¡Lo que soñé! ¡Lo que soñé! ¡Lo que soñé!
Rapuncel: ¡Lo que soñé!
Matones: ¡Guo, oh, oh, oh!
Todos: ¡En mi interior es lo que soñé!
¡Sí!
Greno: He encontrado a los guardias.
Capitán: ¿Y Caballero? ¿Dónde está?
Sé que está aquí dentro en alguna parte.
¡Encontradle, poned patas arribas este sitio si tenéis que hacerlo!
Arpón: Vete, vive tu sueño.
Fermín: Lo haré.
Arpón: Tu sueño apesta, estaba hablando con ella.
Rapuncel: Gracias por todo.
Vlad: Yo creo que éste es el hombre que están buscando.
Bajito: Me tenéis.
Guardia: Señor, no hay señal de Caballero.
Capitán: Máximus.
Guardia: ¿Qué está haciendo?
Capitán: Un pasadizo. ¡Venga, hombres, vamos! ¡Constan, asegúrate de que esos chicos no se escapan!
Traspalacios: Ve a lo seguro. Iremos a por la corona.
Bajito: Lo que soñé, lo que soñé, lo... Oh, que alguien me traiga un vaso, porque acabo de encontrarme una copita de agua.
Giralte: Oh, basta ya, torpón. Ja, ja, ja, ja, ja. ¿Adónde conduce ese túnel?
Bajito: ¡Puñal!
Fermín: Bueno, tengo que decir que no sabía que tenías eso en ti allí atrás. Ha sido bastante impresionante.
Rapuncel: ¡Lo sé! Lo sé.
Bueno, Fermín, ¿de dónde eres?
Fermín: ¡Oh, oh! Perdón, rubita, no hago historia-atrás. Sin embargo, yo me estoy interesando mucho en la tuya. Bueno, ya, ya sé que no debo mencionar el pelo.
Rapuncel: No.
Fermín: O a la madre.
Rapuncel: Ah, ah.
Fermín: Francamente, me da demasiado miedo preguntar por la rana.
Rapuncel: Camaleón.
Fermín: Un matiz. Aunque ésta es mi pregunta: si quieres ver las linternas tanto, ¿por qué no has ido antes?
Rapuncel: Ah. Eh, bueno... ah, Fermín... Fermín...
Capitán: ¡Caballero!
Fermín: ¡Corre!
Rapuncel: ¿Quién es ése?
Fermín: No les gusto.
Rapuncel: ¿Quién es ése?
Fermín: Tampoco les gusto.
Rapuncel: ¡¿Quién es ese?!
Fermín: Solo supongamos por el momento que a todo el mundo de aquí no le gusto!
Rapuncel: ¡Vale!
Capitán: He esperado mucho tiempo para esto.
Fermín: ¡Oh, mama, yo tengo que conseguirme una de éstas!
¡Ja!
¡Deberías saber que ésta es la cosa más extraña que he hecho en mi vida!
¿Qué tal dos de tres?
Rapuncel: ¡Fermín!
¡Fermín, cuidado!
Fermín: Uoh, uoh...
¡Ja! Deberíais ver vuestras caras porque estáis... ridículos.
Venga, rubita.
Salta.
Rapuncel: ¡Ah!
Fermín: Es inútil.
No puedo ver nada.
Oye, no sirve de nada. Ahí abajo está como la boca del lobo.
Rapuncel: Esto es todo mi culpa. Ella tenía razón, nunca debería haber hecho esto. Lo siento... Lo siento mucho, Fermín.
Fermín: Eugenio.
Rapuncel: ¿Qué?
Fermín: Mi verdadero nombre es Eugenio Fariao.
Alguien también podría saberlo.
Rapuncel: Mmm.
Yo tengo pelo mágico que brilla cuando canto.
Fermín: ¿Qué?
Rapuncel: ¡Yo tengo pelo mágico que brilla cuando canto! Brilla, linda flor, que brille el poder...
Fermín: ¡Uoh!
Rapuncel: Lo hicimos.
Fermín: Su pelo brilla.
Rapuncel: Estoy viva. ¡Estoy viva!
Fermín: Eso no lo vi venir.
Rapuncel: Eugenio.
Fermín: Su pelo brilla en realidad.
Rapuncel: Eugenio.
Fermín: ¿Por qué le brilla el pelo?
Rapuncel: ¡Eugenio!
Fermín: ¿Qué?
Rapuncel: No solo brilla.
Fermín: ¿Por qué me está sonriendo?
Traspalacios: Le mataré. ¡Mataré a ese Caballero!
Le cortaremos en el reino y recuperaremos la corona. ¡Venga!
Giralte: ¡Chicos!
Tal vez queráis parar de actuar como perros salvajes persiguiéndose las colas y pensar por un momento.
Jo, jo, por favor, no hay necesidad de eso.
Bueno, si eso es todo lo que deseáis, entonces seguid. Yo iba a ofreceros algo con valor de mil coronas, os habría hecho ricos más allá de la creencia y ésa ni siquiera era la mejor parte, jo, jo, oh, bueno, c'est la vie. Disfrutad de vuestra corona.
Traspalacios: ¿Cuál es la mejor parte?
Giralte: Viene con la venganza de Fermín Caballero.
Fermín: Bueno, estás siendo extrañamente críptica ya que envuelves tu pelo mágico alrededor de mi mano herida.
¡Ah!
Rapuncel: Perdón. Solo no... no te pongas frenético.
Brilla, linda flor.
Que brille el poder.
Da marcha atrás.
Poder devuélveme.
Cura todo ya.
El azar cambié.
No encontrarán
eso que mío fue.
Mío ya fue.
¡Por favor, no alucines!
Fermín: Ah. No estoy alucinando ¿estás tú alucinando? No solo estoy muy interesado en tu pelo y en las cualidades mágicas que posee ¿cuánto tiempo lleva haciendo eso exactamente?
Rapuncel: Ah, siempre, supongo.
Madre dice que cuando era un bebé, la gente intentaba cortarlo. Querían llevárselo para ellos solos. Pero, una vez que se corte, se vuelve marrón y pierde su poder. Un don así, debe ser protegido. Por eso madre nunca me ha dejado... Por eso nunca he salido de la... mmm.
Fermín: ... Nunca has salido de esa torre.
¿Y todavía vas a volver?
Rapuncel: ¡No! Sí. ¡Ah! Es complicado.
Ah. Bueno, ¿Eugenio Fariao, eh?
Fermín: Ah, sí. Bueno. Te ahorraré la historia de sollozos del pobre huérfano Eugenio Fariao, es un pequeño... es un palo pequeñito.
Ah.
Estaba este libro, un libro que solía leer todas las noches a todos los niños más jóvenes, "Los Cuentos de Firmo Caballero". Pícaro de capa y espada, el hombre vivo más rico, no malo con las mujeres, tampoco. No es que tuviera que jactarse de ello, claro.
Rapuncel: Mmm. ¿Él era un ladrón también?
Fermín: Ah... bueno, no. En realidad, él tenía suficiente dinero como para hacer cualquier cosa que quisiera hacer. Podría ir a cualquier sitio al que quisiese ir. Y, y, y para un niño sin nada, no sé, yo... simplemente me parecía como una mejor opción.
Rapuncel: Mmm.
Fermín: Pero no le puedes hablar a nadie de esto, ¿vale? Podría arruinar toda mi reputación.
Rapuncel: Ah. Eso no lo querríamos.
Fermín: Bueno, una reputación falsa es todo lo que tiene un hombre.
Rapuncel: Mmm, mmm, mmm...
Fermín: Ah.
Rapuncel: Mmm, mmm.
Fermín: Ajam. Bueno, debería, em... yo, yo debería... debería coger más leña.
Rapuncel: Oye.
Que conste, me gusta Eugenio Fariao mucho más que Fermín Caballero.
Fermín: Bueno, entonces serías la primera... pero gracias.
Rapuncel: Mmm.
Giralte: ¡Bueno! ¡Pensaba que nunca se iría!
Rapuncel: ¡Madre!
Giralte: Hola, querida.
Rapuncel: Pero yo, yo, yo, yo no, ah... ¿cómo me ha encontrado?
Giralte: Oh, ha sido fácil realmente. Simplemente he escuchado el sonido de la completa y total traición y eso lo seguí.
Rapuncel: Madre...
Giralte: Nos vamos a casa, Rapuncel. Ahora.
Rapuncel: Usted, no lo entiende. He estado en este viaje increíble y he visto y aprendido mucho.
Incluso he conocido a alguien.
Giralte: Sí, el ladrón buscado, estoy muy orgullosa. Venga, Rapuncel.
Rapuncel: Madre, espere. Creo...
Creo que le gusto.
Giralte: ¿Le gustas? Por favor, Rapuncel, eso es de demente.
Rapuncel: Pero madre, yo...
Giralte: Por esto es por lo que nunca deberías haber salido.
Todo este romance que inventaste
prueba que tu sitio no está aquí.
¡A él no le gustas! Venga ya, ¿en serio?
¡Mírate! ¿Se va a impresionar?
Sé avispada, ven con mama.
Pues yo...
Rapuncel: ¡No!
Giralte: ¡¿No!? Oh. Ya veo cómo es.
Pues sabes tú más.
Tú eres muy madura.
Una chica lista, sí.
Pues sabes tú más.
Si estás tan segura
¡Dale esto que tengo aquí!
Rapuncel: ¿Cómo lo ha...?
Giralte: ¡Por esto está aquí!
¡Que no te engañe!
¡Dáselo a él, ya verás!
Rapuncel: ¡Lo haré!
Giralte: Despierta ya,
así va a dejarte.
¡No diré: "Te lo advertí"!
No ¡pues sabes tú más!
Y si es tan elegante
Ponlo a prueba ya y ve.
Rapuncel: Madre, espere...
Giralte: Si él te miente, no me tientes,
¡pues yo sé más!
Fermín: Bueno...
Oye, eh... ¿puedo preguntarte algo? ¿Hay alguna posibilidad de que vaya a conseguir superfuerza en la mano? Porque, no voy a mentir, eso sería formidable.
Oye, ¿estás bien?
Rapuncel: ¡Oh! Perdón, sí. Solo, em, estaba ida, supongo.
Fermín: Digo porque éste es el asunto. Belleza sobrehumana, siempre la he tenío'... he nacío' con ella, pero, ¿fuerza sobrehumana? ¿Te puedes imaginar las posibilidades de esta...?
Giralte: Paciencia, chicos. Todas las cosas buenas para aquéllos que esperan.
Fermín: Ah, ¿oh?
Bueno, espero que estés aquí para disculparte.
¡Ah!
¡No, no, no, bájame! ¡Suéltame! ¡Suél... ta... me!
Rapuncel: Suélta... lo...
¡So, so, so, so, so, so! ¡So! ¡So! ¡Calma, chico, calma! ¡Tranquilo! ¡So, so! Calma, chico, calma.
Calma.
Ya está.
Ahora siéntate.
¡Siéntate!
Fermín: ¿Qué?
Rapuncel: Ahora suelta la bota.
¡Suéltala!
¡Ah, qué chico más bueno! Sí, lo eres. Jo, jo.
¿Estás cansadísimo de perseguir al hombre malo por todo el lugar?
Fermín: ¿Disculpa?
Rapuncel: Nadie te aprecia, ¿verdad?
¿Verdad?
Fermín: ¡Oh, vamos, es un caballo malo!
Rapuncel: ¡Oh, no es nada excepto un gran amor!
¿No es verdad? ¿Máximus?
Fermín: Tienes que estar tomándome el pelo.
Rapuncel: Mira. Hoy es como el mayor día de mi vida, y es que necesito que no le arrestes.
Solo durante veinticuatro horas y luego podéis perseguiros el uno al otro todo lo que queráis, ¿vale?
Y también es mi cumpleaños. Solo para que lo sepas.
Fermín: ¡Um!
Rapuncel: ¡Oh, oh, perdón!
¡Gracias!
Chica: Es para la princesa perdida.
Ciudadano: ¡A los botes!
Fermín: ¡Oye, Max!
¿Qué? Las he comprao'.
La mayoría.
Rapuncel: ¿Adónde vamos?
Fermín: Bueno, el mejor día de tu vida, me he figurao' que deberías tener un asiento decente.
Rapuncel: Hm.
Fermín: ¿Estás bien?
Rapuncel: Estoy aterrada.
Fermín: ¿Por qué?
Rapuncel: Llevo mirando por una ventana dieciocho años, soñando con lo que se podría sentir cuando esas luces se elevan en el cielo.
¿Y si no es todo lo que he soñado que sería?
Fermín: Lo será.
Rapuncel: Hmm.
¿Y si lo es? ¿Qué hago entonces?
Fermín: Bueno, ésa es la parte buena, supongo. Has de ir a encontrar un nuevo sueño.
Rapuncel: Hmm.
Días que las vi en mi torre.
Años que no supe qué vi.
Siempre sin saber ni siquiera
lo ciega que fui.
Ya aquí, viendo las linternas.
Ya aquí, de repente vi
aquí en pie, claro está.
Yo debo estar aquí.
Y al fin veo claridad.
Y la niebla se ha disipado.
Y al fin veo claridad.
Y hay un nuevo edén.
Y es brillante y real.
Pienso que el mundo ha cambiado,
de una vez se ha transformado,
y te puedo ver.
Hmm.
Yo tengo algo para ti, también.
Debería habértelo dado antes, pero es que estaba asustada. Y la cosa es que ya no tengo miedo. ¿Sabes lo que quiero decir?
Fermín: Empiezo a hacerlo.
Días que perseguí un ensueño.
Años que no supe vivir.
Siempre sin saber que las cosas
no eran así.
Ella aquí brilla reluciente.
Ella aquí, de repente sé.
Si está aquí, claro está.
Me quedo aquí también.
Fermín y Rapuncel: Y al fin veo claridad.
Fermín: Y la niebla se ha disipado.
Fermín y Rapuncel: Y al fin veo claridad.
Rapuncel: Y hay un nuevo edén.
Fermín y Rapuncel: Y es brillante y real.
Pieno que el mundo ha cambiado,
de una vez se ha transformado
y te puedo ver.
Y te puedo ver.
Rapuncel: ¿Va todo bien?
Fermín: ¿Eh?
Oh, sí, ah, eh. Sí, por supuesto. Es que...
Lo siento, todo está bien. Es que hay algo de lo que me tengo que ocupar.
Rapuncel: Vale.
Fermín: Volveré enseguida.
Rapuncel: No pasa nada, Pascal.
Fermín: Ah, ahí estáis. Eh. Os he estado buscando por todos lados desde que nos separamos. Oye, las patillas se están poniendo de moda simplemente, bueno, ¿eh? Tenéis que estar emocionaos' por eso.
Hmm, mm. De todas maneras, solo quería deciros que no debería haberme dividio', la corona es toda vuestra, os echaré de menos, pero creo que es por el... bien.
Traspalacios: ¿Sigues sin cantar, eh, Caballero?
Fermín: ¿Qué?
Traspalacios: Hemos oído que has encontrao' algo. Algo mucho más valioso que una corona.
La queremos a ella, en cambio.
Rapuncel: Ah. Estaba empezando a pensar que saliste corriendo con la corona y me dejaste.
Traspalacios: Lo hizo.
Rapuncel: ¿Qué? No, no lo haría.
Traspalacios: Velo tú misma.
Rapuncel: Eugenio.
¡Eugenio!
Traspalacios: Comercio justo, ¿una corona por la chica del pelo mágico?
¿Cuánto crees que alguien pagaría por permanecer joven y sano para siempre?
Rapuncel: No, ¡por favor... no! ¡No!
Giralte: ¡Rapuncel!
Rapuncel: ¿Madre?
Giralte: Oh, mi niña preciosa.
Rapuncel: Madre.
Giralte: ¿Estás bien? ¿Estás herida?
Rapuncel: Madre, ¿cómo me ha...?
Giralte: Estaba muy preocupada por ti, querida. Así que te seguí. Y los vi atacarte y... ay Dios, vámonos, vámonos antes de que vengan ellos también.
Rapuncel: Tenías razón, mamá. Tenías razón en todo.
Giralte: Lo sé, querida. Lo sé.
Guardia: ¡Mira!
La corona.
Fermín: Rapuncel. ¡Rapuncel!
¡No, no, no, no, esperad, esperad, esperad, chicos, chicos!
¡... Rapuncel!
Capitán: Quitémonos esto de encima, Caballero.
Fermín: ¿Adónde vamos?
Oh.
Giralte: Ahí. Nunca ha pasado. Ahora, lávate para cenar. Voy a hacer sopa de avellana.
Ah. Yo de verdad que lo intenté, Rapuncel. Intenté advertirte de lo que había ahí fuera. El mundo es oscuro y egoísta y cruel. Si encuentra incluso el más ligero rayo de sol, lo destruye.
Rapuncel: ¡Ah!
Fermín: ¿Cómo supisteis de ella? ¡Dímelo, ya!
Traspalacios: No fuimos nosotros. Fue la anciana.
Fermín: Anciana... ¡Ah! ¡Esperad! ¡No! ¡Esperad! ¡No lo entendéis, está en apuros! ¡Esperad!
Giralte: ¿Rapuncel?
Rapuncel, ¿qué está pasando ahí arriba?
¿Estás bien?
Rapuncel: Soy la princesa perdida.
Giralte: Oh, por favor, habla más fuerte, Rapuncel. Ya sabes que odio el farfullar.
Rapuncel: ¡Yo soy la princesa perdida! ¿No?
¿He farfullado, madre? ¿O no debería ni llamarte así?
Giralte: Oh, Rapuncel, ¿te has oído tú incluso? ¿Por qué ibas a preguntar una pregunta tan ridícula?
Rapuncel: ¡Fuiste tú! ¡Todo fuiste tú!
Giralte: Todo lo que hice fue protegerte... a ti.
Rapuncel: ¡Ah!
Giralte: ¡Rapuncel!
Rapuncel: He pasado mi vida entera escondiéndome de la gente que me iba a usar por mi poder...
Giralte: ¡Rapuncel!
Rapuncel: ... pero debería haber estado escondiéndome... ¡de ti!
Giralte: ¿Adónde irás?
No estará allí para ti.
Rapuncel: ¿Qué le has hecho?
Giralte: Ese criminal va a ser colgado por sus crímenes.
Rapuncel: No.
Giralte: Bueno, bueno. No pasa nada. Escúchame. Todo está como debería estar.
Rapuncel: ¡No!
Estabas equivocada respecto del mundo.
Y estabas equivocada respecto de mí.
¡Y yo nunca más te voy a dejar que uses mi pelo!
Giralte: ¡Errg...!
¿Quieres que sea el malo? Muy bien. Ahora soy el malo...
Capitán: ¿Qué es esto? ¡Abran!
Bajito: ¿Cuál es la contraseña?
Capitán: ¿Qué?
Bajito: No.
Capitán: ¡Abra esta puerta!
Bajito: ¡Ni de cerca!
Capitán: Tiene tres segundos.
¡Uno!
Dos...
Tres...
Fermín: ¡Sartenes! Quién lo sabía, ¿verdad?
Arpón: Cabeza abajo.
Fermín: Cabeza abajo.
Arpón: Brazos dentro.
Fermín: Brazos dentro.
Arpón: Rodillas separadas.
Fermín: Rodillas separadas. ¿Rodillas separadas?
¿Por qué... por qué necesito mantener las rodillas separadas...?
¡Ah...!
Oh.
Max.
¿Tú los has traído aquí?
Gracias.
No, de verdad. Gracias. Ah. Siento que quizá todo este tiempo solo nos hemos estao' entendiéndonos mal, y simplemente somos realmente... eh...
... Sí, tienes razón, deberíamos irnos.
Max...
Max...
¡Max! ¡Ah...!
Vale, Max, veamos lo rápido que puedes correr.
¿Rapuncel? ¡Rapuncel, baja tu pelo!
Rapuncel, creí que nunca más te volvería a ver. ¿Eh?
Rapuncel: Mm, mm, ¡mm, mm!
¡Mm, mm! Mm...
Giralte: Ahora, mira lo que has hecho, Rapuncel.
Rapuncel: Mm...
Giralte: Oh, no te preocupes, querida. Nuestro secreto morirá con él.
Rapuncel: Mm, mm, mm...
Giralte: Y en cuanto a nosotras, ¡mm! ¡Nos vamos donde nadie jamás te vuelva a encontrar!
Rapuncel: ¡Mm, mm!
Giralte: ¡Rapuncel, de verdad! ¡Suficiente ya! ¡Deja de luchar contra mí!
Rapuncel: ¡No! No pararé. ¡Durante todos los minutos del resto de mi vida lucharé! ¡Yo nunca dejaré de intentar alejarme de ti!
Pero, si me dejas salvarle, yo iré contigo.
Fermín: ¡No! ¡No, Rapuncel!
Rapuncel: Nunca correré, nunca intentaré escapar. Solo déjame curarle, y tú y yo estaremos juntas. Por siempre, igual que tú quieres. Todo será de la forma en la que era. Lo prometo.
Igual que tú quieres.
Solo déjame curarle.
Giralte: Por si se te ocurren algunas ideas de seguirnos.
Rapuncel: ¡Eu... Eugenio!
Oh, lo siento mucho. Todo va a salir bien...
Fermín: No, Rapuncel...
Rapuncel: Te lo prometo. Tú tienes que confiar en mí...
Fermín: No...
Rapuncel: Venga. Solo respira...
Fermín: No puedo dejar que hagas esto.
Rapuncel: Pero no puedo dejar que te mueras.
Fermín: Pero si haces esto...
Rapuncel: Sh, sh, sh...
Fermín: ... entonces tú...
Rapuncel: ... sh, sh...
Fermín: ... morirás.
Rapuncel: Oye, va a salir bien.
Fermín: Rapuncel, espera...
Rapuncel: Eugenio, ¿qué...?
Giralte: ¡No!
No, no, no... ¡No! ¿Qué has hecho? ¿Qué has hecho?
¡Ah!
Rapuncel: No, no, no, no, no. Eugenio.
Oh. Mírame, mírame, estoy justo aquí, no te vayas, quédate conmigo, Eugenio... brilla, linda flor, que brille el poder, da marcha atrás, poder devuélveme...
Fermín: ... Rapuncel.
Rapuncel: ¿Qué?
Fermín: Tú fuiste mi nuevo sueño.
Rapuncel: Y tú el mío.
Cura todo ya. El azar cambié. No la encontrarán. Dame lo que una vez ya mío fue.
Fermín: Rapuncel.
Rapuncel: Eugenio.
Fermín: ¿Alguna vez te he dicho que me fascinan las morenas?
Rapuncel: ¡Eugenio!
Fermín: ¡Gua!
Bueno, os podríais imaginar lo que pasó después.
El reino se alegró mucho, porque la princesa perdida había regresado. La fiesta duró una semana entera, y honestamente no me acuerdo mucho de ella.
Los sueños se hicieron realidad por todo el lugar. Ese tío llegó a convertirse en el pianista de conciertos más famoso del mundo, si te lo puedes creer.
¿Y este tío? Bueno, al final encontró el verdadero amor.
En cuanto a este tío, bueno, supongo que es feliz. Si no, nunca me lo ha dicho.
Gracias a Máximus, el crimen del reino desapareció casi de la noche a la mañana...
... como también las manzanas.
Pascal... nunca cambió.
Por fin, Rapuncel estaba en casa y al fin tuvo una verdadera familia.
Era una princesa por la que valía esperar. Querida por todos, dirigió su reino con toda la elegancia y sabiduría con la que sus padres lo hicieron antes que ella.
Y en cuanto a mí, bueno, empecé otra vez con lo de Eugenio. Paré de robar y básicamente le di la vuelta a todo, pero ya sé cuál es la gran pregunta, ja.
¿Nos casamos Rapuncel y yo alguna vez? Pues estoy contento de decirte que tras años y años de pedírselo, y pedírselo, y pedírselo, por fin dije que sí.
Rapuncel: Eugenio.
Fermín: De acuerdo, yo se lo pedí a ella.
Rapuncel: Y vivimos felices para siempre.
Fermín: Sí que es verdad.